SEMINARIO ANGLICANO TRADICIONALISTA DE MÉXICO
"EL BUEN PASTOR" Jn. 10: 11.
Definición:
El Seminario Anglicano Tradicionalista De México "El Buen Pastor", es la Institución donde se forman los futuros Ministros del Señor y donde los Ministros en activo reciben formación teológica continua; "Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Yahvé de los ejércitos" (Malaquías 2:7); para que todos vean en nosotros "Ministros de Cristo y dispensadores de los Misterios de Dios" (1Cor. 4:1)
"EL BUEN PASTOR" Jn. 10: 11.
Definición:
El Seminario Anglicano Tradicionalista De México "El Buen Pastor", es la Institución donde se forman los futuros Ministros del Señor y donde los Ministros en activo reciben formación teológica continua; "Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Yahvé de los ejércitos" (Malaquías 2:7); para que todos vean en nosotros "Ministros de Cristo y dispensadores de los Misterios de Dios" (1Cor. 4:1)
La promesa de Yahvé a su Iglesia:
"os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia" (Jeremías 3:15)
"os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia" (Jeremías 3:15)
Oración para todos los días:
¡Ven, Espíritu Santo!
y llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
¡Envía, Señor, tu Espíritu!
y se renovará la faz de la tierra!
Oremos:
Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz de tu Espíritu Santo, concédenos, que guiados por esta misma luz, caminemos en rectitud, distingamos el error de la verdad y gocemos siempre de tu consuelo. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
¡Ven, Espíritu Santo!
y llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos
el fuego de tu amor.
¡Envía, Señor, tu Espíritu!
y se renovará la faz de la tierra!
Oremos:
Oh Dios, que llenaste los corazones de tus fieles con la luz de tu Espíritu Santo, concédenos, que guiados por esta misma luz, caminemos en rectitud, distingamos el error de la verdad y gocemos siempre de tu consuelo. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.
VOCACIÓN:
Qué es la vocación? Podemos definir la vocación como la inclinación, el gusto o el interés interior que podemos sentir para dedicarnos a una forma de vida o una determinada ocupación, viene del latín "vocare" que significa llamada.
En nuestro caso, es la llamada que el Señor nos hace para SERVIR en su Iglesia. La base del sacerdocio es el servicio al pueblo de Dios, no en balde, es uno de los dos sacramentos designados como de "servicio a la cominidad" junto con el matrimonio. El sacerdote que no sirve al pueblo de Dios sino que se sirve de él, acumula ascuas sobre su cabeza para el día del Juicio.
Si bien los seres humanos tenemos diversas vocaciones, hay una en la que todos coincidimos, la vocación a la santidad, la llamada que Dios hace a cada uno de sus hijos a ser santos así como Él es santo (1 Pedro 1:16) Si, la santidad es posible! Ahora bien, no podemos o mejor dicho, no debemos guardar en un cajón la santidad y solo vestirla los domingos para ir al templo, no! La santidad debe ir con nosotros a donde vamos: la fábrica, la escuela, la oficina, el mercado, en el transporte. El gran error es creer que la santidad es ser una persona mojigata, un persignado, no es así! La santidad es cosa seria, es la alegría del Señor en nuestros corazones.
Clave en esa alegría es cumplir la misión que Dios nos ha encomendado, ¿Sabes cuál es tu misión? En la vocación del profeta Samuel tenemos el mejor modelo para preguntar al Señor, que quiere de nosotros... "Después llegó el Señor, se detuvo y lo llamó igual que antes: ¡Samuel! ¡Samuel! Habla, que tu siervo escucha, contestó Samuel" (1 Samuel 3:10) Una vez que el Señor nos responde, decimos como la Bienaventurada Virgen María: "Hágase en mí según tu palabra"...
Vivimos tiempos inéditos, tiempos en que el amor y respeto a las cosas de Dios se han perdido, son tiempos de decisión, tiempos de respuesta, una respuesta generosa, y como el niño Jesús en el templo, ocuparnos de los asuntos de nuestro Padre. Así sea.
Tarea: Leer y reflexionar 1 Samuel 3
Oración:
Dios todopoderoso y eterno, cuyo Espíritu gobierna y santifica a todo el cuerpo de tu pueblo fiel, recibe las súplicas y oraciones que te ofrecemos por todos los miembros de tu santa Iglesia, para que en su vocación y ministerio, te sirvan verdadera y devotamente; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.
¡SEÑOR, DANOS SACERDOTES SEGÚN TU CORAZÓN!
Qué es la vocación? Podemos definir la vocación como la inclinación, el gusto o el interés interior que podemos sentir para dedicarnos a una forma de vida o una determinada ocupación, viene del latín "vocare" que significa llamada.
En nuestro caso, es la llamada que el Señor nos hace para SERVIR en su Iglesia. La base del sacerdocio es el servicio al pueblo de Dios, no en balde, es uno de los dos sacramentos designados como de "servicio a la cominidad" junto con el matrimonio. El sacerdote que no sirve al pueblo de Dios sino que se sirve de él, acumula ascuas sobre su cabeza para el día del Juicio.
Si bien los seres humanos tenemos diversas vocaciones, hay una en la que todos coincidimos, la vocación a la santidad, la llamada que Dios hace a cada uno de sus hijos a ser santos así como Él es santo (1 Pedro 1:16) Si, la santidad es posible! Ahora bien, no podemos o mejor dicho, no debemos guardar en un cajón la santidad y solo vestirla los domingos para ir al templo, no! La santidad debe ir con nosotros a donde vamos: la fábrica, la escuela, la oficina, el mercado, en el transporte. El gran error es creer que la santidad es ser una persona mojigata, un persignado, no es así! La santidad es cosa seria, es la alegría del Señor en nuestros corazones.
Clave en esa alegría es cumplir la misión que Dios nos ha encomendado, ¿Sabes cuál es tu misión? En la vocación del profeta Samuel tenemos el mejor modelo para preguntar al Señor, que quiere de nosotros... "Después llegó el Señor, se detuvo y lo llamó igual que antes: ¡Samuel! ¡Samuel! Habla, que tu siervo escucha, contestó Samuel" (1 Samuel 3:10) Una vez que el Señor nos responde, decimos como la Bienaventurada Virgen María: "Hágase en mí según tu palabra"...
Vivimos tiempos inéditos, tiempos en que el amor y respeto a las cosas de Dios se han perdido, son tiempos de decisión, tiempos de respuesta, una respuesta generosa, y como el niño Jesús en el templo, ocuparnos de los asuntos de nuestro Padre. Así sea.
Tarea: Leer y reflexionar 1 Samuel 3
Oración:
Dios todopoderoso y eterno, cuyo Espíritu gobierna y santifica a todo el cuerpo de tu pueblo fiel, recibe las súplicas y oraciones que te ofrecemos por todos los miembros de tu santa Iglesia, para que en su vocación y ministerio, te sirvan verdadera y devotamente; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.
¡SEÑOR, DANOS SACERDOTES SEGÚN TU CORAZÓN!
Vocación, Parte II
"Hágase en mi según tu Palabra..."
Decíamos en el texto pasado, que los seres humanos tenemos diversas vocaciones, cada uno en su lugar, en su ocupación hace de este mundo un mejor lugar, el empleo, sin importar si es encumbrado o el más humilde, dignifica al hombre en toda su diemensión: cuerpo, mente y espíritu; lo hace colaborador de Dios en su creación. No debemos ver el trabajo como una maldición, si bien la biblia nos dice que es fruto de la desobediencia, en Cristo todas las cosas son hechas nuevas, así que en el Nuevo Pacto, el trabajo, el empleo u ocupación que desempeñamos, son un medio para nuestra santificación cuando lo hacemos con alegría, responsabilidad y calidad.
Llamamos también vocación a los distintos estados, no estilos, de vida en las personas: matrimonio, soltería, vida religiosa, vida sacerdotal, etc... Y todos van encaminados a un mismo fin, dar gloria a Dios con nuestra vida, la Carta a los Romanos nos dice:"Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Éste es el verdadero culto que deben ofrecer" Romanos 12:1
En la Iglesia es en donde podemos ver a plenitud ese mosaico de llamados siendo puestos al servicio de Dios y del prójimo, me refiero a los carismas que Dios da a cada uno y por eso los llamamos dones.
San Pablo en su primer Carta a los Corintios nos presenta de un modo muy claro como es que el Señor otorga estos para el crecimiento de la Iglesia: "Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos".
La primera VOCACIÓN a la que todo cristiano está llamado es Amar a Dios por sobre todas las cosas, conocerle y hacer que sea conocido por otros, para que sea amado... Recordemos que a Cristo es imposible conocerle y no amarle, amarle y no seguirle, seguirle y no predicar su Evangelio...
Tarea: Leer y reflexionar 1 Corintios 12:1-31
¡Muchas gracias por tu empeño...!
"Hágase en mi según tu Palabra..."
Decíamos en el texto pasado, que los seres humanos tenemos diversas vocaciones, cada uno en su lugar, en su ocupación hace de este mundo un mejor lugar, el empleo, sin importar si es encumbrado o el más humilde, dignifica al hombre en toda su diemensión: cuerpo, mente y espíritu; lo hace colaborador de Dios en su creación. No debemos ver el trabajo como una maldición, si bien la biblia nos dice que es fruto de la desobediencia, en Cristo todas las cosas son hechas nuevas, así que en el Nuevo Pacto, el trabajo, el empleo u ocupación que desempeñamos, son un medio para nuestra santificación cuando lo hacemos con alegría, responsabilidad y calidad.
Llamamos también vocación a los distintos estados, no estilos, de vida en las personas: matrimonio, soltería, vida religiosa, vida sacerdotal, etc... Y todos van encaminados a un mismo fin, dar gloria a Dios con nuestra vida, la Carta a los Romanos nos dice:"Por tanto, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presenten ustedes mismos como ofrenda viva, santa y agradable a Dios. Éste es el verdadero culto que deben ofrecer" Romanos 12:1
En la Iglesia es en donde podemos ver a plenitud ese mosaico de llamados siendo puestos al servicio de Dios y del prójimo, me refiero a los carismas que Dios da a cada uno y por eso los llamamos dones.
San Pablo en su primer Carta a los Corintios nos presenta de un modo muy claro como es que el Señor otorga estos para el crecimiento de la Iglesia: "Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos".
La primera VOCACIÓN a la que todo cristiano está llamado es Amar a Dios por sobre todas las cosas, conocerle y hacer que sea conocido por otros, para que sea amado... Recordemos que a Cristo es imposible conocerle y no amarle, amarle y no seguirle, seguirle y no predicar su Evangelio...
Tarea: Leer y reflexionar 1 Corintios 12:1-31
¡Muchas gracias por tu empeño...!
VOCACIÓN, PARTE III
¿Señor, qué quieres que yo haga?
Hechos 9:6
San Pablo, el apóstol de los gentiles, fue un férreo perseguidor de la Iglesia, pero un buen día, Cristo salió a su encuentro, lo tiró por tierra de su caballo y quedó ciego, es en este estado de indefensión total, que Pablo pregunta: ¿Qué quieres que yo haga, Señor?
Así como Cristo llamó a sus discípulos, lo hizo con Pablo y lo ha hecho contigo. Él es el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8), por tanto Él sigue llamando operarios a su viña, quizás has sentido ese llamado, ¿ya le preguntaste? ¿Señor, que quieres que yo haga?
Ahora bien, ¿piensas que la edad es un impedimiento para servir al Señor? En el Evangelio encontramos la respuesta: Leer san Mateo 20:1-16, esto tiene diversas aplicaciones, veamos en la vocación: El dueño de la viña (Dios) necesita obreros, así que sale muy temprano y llama a unos, y los llama a trabajar, sale a medio día y encuentra a otros, y los llama a trabajar, por último, casi al finalizar el día, el dueño vuelve a salir, encuentra a unos hombres y los llama para que vayan a trabajar. Con todos acordó un pago. Al finalizar la jornada, los que trabajaron todo el día, recibieron la misma paga que los recién llegados.
En la Iglesia es igual, Cristo llama a unos a su servicio a una edad muy temprana, a otros los llama siendo adultos y a otros, ya ancianos, al final, si perseveraron, la paga será la misma para todos: recibir de manos de Cristo la corona inmarcesible (1 Corintios 9:25, 2 Timoteo 4:8) cuando nos llame a su presencia.
Dios obra de maneras misteriosas y tiene sus tiempos para actuar, y sus tiempos son perfectos, llegado el momento, ni antes ni después, Cristo abrirá los caminos y pondrá los medios necesarios para que respondas con generosidad a su llamada, tu, solo pregúntale: ¿Señor, que quieres que yo haga? A san Pablo le funcionó, a tí tambien te funcionará. ¡Ánimo!
Tarea: Leer y reflexionar san Mateo 20:1-16
Hechos 9. 1-22
Eclesiastés 3: 1-8
Oremos:
Padre Santo:
Necesitamos mensajeros animosos del Evangelio,
siervos generosos de la humanidad que sufre.
Envía a tu Iglesia sacerdotes santos,
que santifiquen a tu pueblo con los instrumentos de tu gracia.
Envía a tu viña santos operarios
que trabajen con el ardor de la caridad y,
movidos por tu Espíritu Santo,
lleven la salvación de Cristo
hasta los últimos lugares de la Tierra. Amén.
¡Señor, dános sacerdotes según tu corazón!
¿Señor, qué quieres que yo haga?
Hechos 9:6
San Pablo, el apóstol de los gentiles, fue un férreo perseguidor de la Iglesia, pero un buen día, Cristo salió a su encuentro, lo tiró por tierra de su caballo y quedó ciego, es en este estado de indefensión total, que Pablo pregunta: ¿Qué quieres que yo haga, Señor?
Así como Cristo llamó a sus discípulos, lo hizo con Pablo y lo ha hecho contigo. Él es el mismo ayer, hoy y siempre (Hebreos 13:8), por tanto Él sigue llamando operarios a su viña, quizás has sentido ese llamado, ¿ya le preguntaste? ¿Señor, que quieres que yo haga?
Ahora bien, ¿piensas que la edad es un impedimiento para servir al Señor? En el Evangelio encontramos la respuesta: Leer san Mateo 20:1-16, esto tiene diversas aplicaciones, veamos en la vocación: El dueño de la viña (Dios) necesita obreros, así que sale muy temprano y llama a unos, y los llama a trabajar, sale a medio día y encuentra a otros, y los llama a trabajar, por último, casi al finalizar el día, el dueño vuelve a salir, encuentra a unos hombres y los llama para que vayan a trabajar. Con todos acordó un pago. Al finalizar la jornada, los que trabajaron todo el día, recibieron la misma paga que los recién llegados.
En la Iglesia es igual, Cristo llama a unos a su servicio a una edad muy temprana, a otros los llama siendo adultos y a otros, ya ancianos, al final, si perseveraron, la paga será la misma para todos: recibir de manos de Cristo la corona inmarcesible (1 Corintios 9:25, 2 Timoteo 4:8) cuando nos llame a su presencia.
Dios obra de maneras misteriosas y tiene sus tiempos para actuar, y sus tiempos son perfectos, llegado el momento, ni antes ni después, Cristo abrirá los caminos y pondrá los medios necesarios para que respondas con generosidad a su llamada, tu, solo pregúntale: ¿Señor, que quieres que yo haga? A san Pablo le funcionó, a tí tambien te funcionará. ¡Ánimo!
Tarea: Leer y reflexionar san Mateo 20:1-16
Hechos 9. 1-22
Eclesiastés 3: 1-8
Oremos:
Padre Santo:
Necesitamos mensajeros animosos del Evangelio,
siervos generosos de la humanidad que sufre.
Envía a tu Iglesia sacerdotes santos,
que santifiquen a tu pueblo con los instrumentos de tu gracia.
Envía a tu viña santos operarios
que trabajen con el ardor de la caridad y,
movidos por tu Espíritu Santo,
lleven la salvación de Cristo
hasta los últimos lugares de la Tierra. Amén.
¡Señor, dános sacerdotes según tu corazón!
VOCACIÓN, parte IV
"Seguidme y os haré pescadores de hombres" (Mt. 4:19)
¿Qué hacer ante la llamada que Cristo nos hace al santo ministerio?
Leemos en los Evangelios como Cristo va al encuentro de dos hermanos cuyo oficio era el de pescadores, eran Pedro y Andrés. De una manera vívida la narración nos muestra ese encuentro. ¿Hubo dudas? Claro que las hubo! Un perfecto desconocido les dice: "Síganme", no le dice "guarden todo y después, síganme! al sobreponerse, ellos dejaron todo y lo siguieron, lo mismo Juan y Santiago, escuchan la llamada y lo dejan todo y van tras ÉL...
Hoy Cristo te hace una llamada personal y específica: Sígueme...!
A Cristo lo podemos seguir no solo en el santo ministerio, sino en todas partes y circunstancias, solteros y casados, clérigos o laicos, empleados u obreros todos estamos llamados a servirle y seguirle. No es fácil, sobre todo en un mundo cambiante que busca expulsar a Dios de todos los aspectos.
Tú sigue adelante, aunque tropiezes y caigas, tú sigue adelante, dice un dicho: "Lo difícil no es caer sino quedarse tirado"; Cuando pienses o sientas que tu vida espiritual es más bien un desierto árido, que no avanzas en la fe, no te rindas, muchos santos y santas sintieron lo mismo durante su vida, pero perseveraron. San Pablo mismo decía: " No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer" (ver Romanos 7: 19). Si eso le pasaba a un hombre lleno del Espíritu Santo, ¿qué nos espera a nosotros?... No te rindas, aún en ese desierto que sientes, Dios puede hacer obras maravillosas en ti. No te rindas, Él tiene sus tiempos para actuar; y recuerda que el desierto también da flores bellas...
Hasta la piedra siendo piedra, en su interior guarda fuego, como dice el himno de laudes de la liturgia de las horas "La piedra, con ser la piedra, guarda una chispa caliente". DENTRO DE TÍ ESTA EL FUEGO DE LA SANTIDAD... Recuerda que la santidad no se trata de ir por la vida haciendo milagros a diestra y siniestra, no, la santidad es hacer de un modo EXTRAORDINARIO las cosas ordinarias de la vida, en la familia, en el trabajo, en la Iglesia. Ánimo...! Dios te bendice...!
-FLORES DEL DESIERTO COAHUILENSE-
"Seguidme y os haré pescadores de hombres" (Mt. 4:19)
¿Qué hacer ante la llamada que Cristo nos hace al santo ministerio?
Leemos en los Evangelios como Cristo va al encuentro de dos hermanos cuyo oficio era el de pescadores, eran Pedro y Andrés. De una manera vívida la narración nos muestra ese encuentro. ¿Hubo dudas? Claro que las hubo! Un perfecto desconocido les dice: "Síganme", no le dice "guarden todo y después, síganme! al sobreponerse, ellos dejaron todo y lo siguieron, lo mismo Juan y Santiago, escuchan la llamada y lo dejan todo y van tras ÉL...
Hoy Cristo te hace una llamada personal y específica: Sígueme...!
A Cristo lo podemos seguir no solo en el santo ministerio, sino en todas partes y circunstancias, solteros y casados, clérigos o laicos, empleados u obreros todos estamos llamados a servirle y seguirle. No es fácil, sobre todo en un mundo cambiante que busca expulsar a Dios de todos los aspectos.
Tú sigue adelante, aunque tropiezes y caigas, tú sigue adelante, dice un dicho: "Lo difícil no es caer sino quedarse tirado"; Cuando pienses o sientas que tu vida espiritual es más bien un desierto árido, que no avanzas en la fe, no te rindas, muchos santos y santas sintieron lo mismo durante su vida, pero perseveraron. San Pablo mismo decía: " No hago lo bueno que quiero hacer, sino lo malo que no quiero hacer" (ver Romanos 7: 19). Si eso le pasaba a un hombre lleno del Espíritu Santo, ¿qué nos espera a nosotros?... No te rindas, aún en ese desierto que sientes, Dios puede hacer obras maravillosas en ti. No te rindas, Él tiene sus tiempos para actuar; y recuerda que el desierto también da flores bellas...
Hasta la piedra siendo piedra, en su interior guarda fuego, como dice el himno de laudes de la liturgia de las horas "La piedra, con ser la piedra, guarda una chispa caliente". DENTRO DE TÍ ESTA EL FUEGO DE LA SANTIDAD... Recuerda que la santidad no se trata de ir por la vida haciendo milagros a diestra y siniestra, no, la santidad es hacer de un modo EXTRAORDINARIO las cosas ordinarias de la vida, en la familia, en el trabajo, en la Iglesia. Ánimo...! Dios te bendice...!
-FLORES DEL DESIERTO COAHUILENSE-
VOCACIÓN, parte V
"Y LOS ENVIÓ DE DOS EN DOS..." (Lucas 10:1)
Junto a los Doce, Cristo eligió a 72 discípulos para que fueran delante de ÉL, anunciando las Buenas Nuevas del Reino.
Hablamos que dentro de los siete Sacramentos instituidos por Cristo para su Iglesia, había dos que se llamaban Sacramentos de Servicio: El Orden Sacerdotal y el Matrimonio. En esta parte hablaremos de la vocación al matrimonio.
Es el matrimonio la institución humana más antigua, pues el mismo Dios la creo, la instituyó en los principios de este mundo, como lo vemos en el libro del Génesis, su primera ídea fue: "No es bueno que el hombre esté solo" (Gn. 2:18) y Dios creo al ser que coronó su Creación universal, la mujer; y como Padre, la entregó al que sería su esposo, su compañero. Hace tiempo, leí en alguna parte, creo una librería, un texto que decía: "Dios no creo a la mujer de la cabeza de Adán para que lo domine, no la creo de los pies de Adán, para que fuera pisoteada, sino que la creo del costado de Adán, para que quedara en igualdad y caminaran por la vida uno junto al otro..."
Cristo otorgó la INDISOLUBILIDAD al matrimonio: "Lo que Dios ha unido, no lo puede separar el hombre" (Mt. 19:6)
Desde el Génesis hasta nuestros días, el matrimonio ha sido visto con alta estima por todas las civilizaciones y pueblos, por que es la base de la sociedad, en la Iglesia no puede ser menor la estima por él como base, ya que de los matrimonios cristianos, nacen los hijos de Dios por el bautismo, crecen las vocaciones al santo ministerio... Una Iglesia sin fieles no es Iglesia, una Iglesia sin ministros ordenados, no es iglesia.
En el matrimonio cristiano la Iglesia pone sus esperanzas de crecimiento, y así como aquéllos 72 fueron enviados de dos en dos, los esposos también son enviados de dos en dos, para llevar al mundo la Buena Nueva de que el amor está vivo! de que hay esperanza para este mundo dividido y herido.
El Libro de Oración Común establece que "es la voluntad de Dios que la unión de esposo y esposa en corazón, cuerpo y mente sea para gozo mutuo; para la ayuda y el consuelo que cada uno se dé; y cuando Dios lo disponga, para la procreación de los hijos y su formación en el conocimiento y amor del Señor..."
Los esposos cristianos son la luz y la sal del mundo.
Nuestro Señor quiso que su primer milagro fuera en una boda por la intercesión de la Bendita Virgen María.
Dios es amor (1 Juan 4:8) y el matrimonio se funda en el amor de los cónyuges; el amor es caridad, como lo repite san Pablo en su himno "Si yo no tengo amor, nada soy" (ver 1Corintios 13: 1-13)
En la relación matrimonial el YO debe ceder al NOSOTROS, por que son una comunidad, ya no son individuos individuales, y en los hijos han sido hechos "una sola carne"
Pidamos al Señor que envíe a su Iglesia vocaciones sacerdotales, pero también esposos cristianos que formen familias cristianas.
Tarea: Leer y reflexionar Libro de Tobías 8: 4-8
"Y LOS ENVIÓ DE DOS EN DOS..." (Lucas 10:1)
Junto a los Doce, Cristo eligió a 72 discípulos para que fueran delante de ÉL, anunciando las Buenas Nuevas del Reino.
Hablamos que dentro de los siete Sacramentos instituidos por Cristo para su Iglesia, había dos que se llamaban Sacramentos de Servicio: El Orden Sacerdotal y el Matrimonio. En esta parte hablaremos de la vocación al matrimonio.
Es el matrimonio la institución humana más antigua, pues el mismo Dios la creo, la instituyó en los principios de este mundo, como lo vemos en el libro del Génesis, su primera ídea fue: "No es bueno que el hombre esté solo" (Gn. 2:18) y Dios creo al ser que coronó su Creación universal, la mujer; y como Padre, la entregó al que sería su esposo, su compañero. Hace tiempo, leí en alguna parte, creo una librería, un texto que decía: "Dios no creo a la mujer de la cabeza de Adán para que lo domine, no la creo de los pies de Adán, para que fuera pisoteada, sino que la creo del costado de Adán, para que quedara en igualdad y caminaran por la vida uno junto al otro..."
Cristo otorgó la INDISOLUBILIDAD al matrimonio: "Lo que Dios ha unido, no lo puede separar el hombre" (Mt. 19:6)
Desde el Génesis hasta nuestros días, el matrimonio ha sido visto con alta estima por todas las civilizaciones y pueblos, por que es la base de la sociedad, en la Iglesia no puede ser menor la estima por él como base, ya que de los matrimonios cristianos, nacen los hijos de Dios por el bautismo, crecen las vocaciones al santo ministerio... Una Iglesia sin fieles no es Iglesia, una Iglesia sin ministros ordenados, no es iglesia.
En el matrimonio cristiano la Iglesia pone sus esperanzas de crecimiento, y así como aquéllos 72 fueron enviados de dos en dos, los esposos también son enviados de dos en dos, para llevar al mundo la Buena Nueva de que el amor está vivo! de que hay esperanza para este mundo dividido y herido.
El Libro de Oración Común establece que "es la voluntad de Dios que la unión de esposo y esposa en corazón, cuerpo y mente sea para gozo mutuo; para la ayuda y el consuelo que cada uno se dé; y cuando Dios lo disponga, para la procreación de los hijos y su formación en el conocimiento y amor del Señor..."
Los esposos cristianos son la luz y la sal del mundo.
Nuestro Señor quiso que su primer milagro fuera en una boda por la intercesión de la Bendita Virgen María.
Dios es amor (1 Juan 4:8) y el matrimonio se funda en el amor de los cónyuges; el amor es caridad, como lo repite san Pablo en su himno "Si yo no tengo amor, nada soy" (ver 1Corintios 13: 1-13)
En la relación matrimonial el YO debe ceder al NOSOTROS, por que son una comunidad, ya no son individuos individuales, y en los hijos han sido hechos "una sola carne"
Pidamos al Señor que envíe a su Iglesia vocaciones sacerdotales, pero también esposos cristianos que formen familias cristianas.
Tarea: Leer y reflexionar Libro de Tobías 8: 4-8
VOCACIÓN, parte VI
Jesús lo miró con cariño, y le contestó: "Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme". (Marcos 10:21)
El llamado a la VIDA CONSAGRADA por medio de la profesión de los votos de OBEDIENCIA, POBREZA Y CASTIDAD, es un llamado que Cristo hace a algunas almas escogidas, para que por medio de la Regla de un Instituto u Orden Religiosa, busquen la perfección espiritual, por medio de la vida en común, de la oración, la contemplación, el estudio y el trabajo. A imagen de la Bendita Virgen María, Sierva del Señor (Lucas 1:38), la vivencia de los votos implica un abandono total, una confianza ciega en la Providencia de Dios.
A los votos también se les llama CONSEJOS EVANGÉLICOS.
El voto de obediencia: supone confiar en que la voluntad de Dios se manifiesta en las personas que tienen autoridad en la Orden o Instituto, significa renunciar a nuestros modos o preferencias en el quehaceres diarios. "Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad". (san Mateo 5:5)
El voto de pobreza: "Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos" (san Mateo 5:3) Este voto es una renuncia voluntaria a la propiedad personal de bienes, todo es puesto en común, todo es de la Comunidad y para el servicio de los pobres; san Pablo lo explica muy bien:
"Porque nada trajimos a este mundo, y nada podremos llevarnos; si tenemos qué comer y con qué vestirnos, ya nos podemos dar por satisfechos. En cambio, los que quieren hacerse ricos caen en la tentación como en una trampa, y se ven asaltados por muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina y la condenación. Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado terribles sufrimientos". (1 Timoteo 6:7-10)
El voto de Castidad: por el cual el religioso o religiosa hacen patente su amor a Dios por sobre todo y todos, como dice el Evangelio de san Marcos 12:30: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento". Los hace libres para amar al que nos amó primero y sus hermanos, sobre todo a los más pobres, los desvalídos, los enfermos, los migrantes... Dice el Señor: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (san Mateo 5:8)
Lógicamente, el voto de castidad implica la vida en celibato, es decir la renuncia al matrimonio.
Las Ordenes religiosas pueden ser de CLAUSURA, es decir, que viven intramuros del convento o monasterio; toda su vida transcurre de ese modo hasta el día de su muerte; por lo general algunos hermanos o hermanas de la Congregación están facultados para poder salir del claustro de tiempo en tiempo, para el abasto de víveres, cumplir algunas diligencias, etc. a veces laicos se encargan de esto para no distraer a los religiosos o religiosas de sus deberes. También pueden ser SECULARES, del latín saeculum que significa SIGLO, y son los frailes o monjas que vemos por la calle, en los mercados, en las parroquias, realizando su carisma o apostolado según cada Orden o Instituto.
La vida religiosa lleva al hermano o hermana a configurarse con Cristo pobre, obediente y virgen:
"Porque ya saben ustedes que nuestro Señor Jesucristo, en su bondad, siendo rico se hizo pobre por causa de ustedes, para que por su pobreza ustedes se hicieran ricos". (2 Corintios 8:9)
"Aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró a su igualdad con él, sino que renunció a lo que era suyo y tomó naturaleza de siervo. Haciéndose como todos los hombres y presentándose como un hombre cualquiera, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz". (Filipenses 2: 5-8)
"Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca..." 1 Pedro 2: 21-22)
Si bien en el anglicanismo durante la reforma del siglo XVI, las Ordenes Religiosas fueron sumprimidas en Inglaterra, y sus casas y conventos fueron saqueados y destruidos, a partir del siglo XIX hay un avivamiento espiritual en la Iglesia de Inglaterra, llamado el Movimiento de Oxford, en el cual se restauró no solo ritos y ceremonias sino la fe católica de siempre. Al amparo de este MOVIMIENTO REFORMADOR, han ido renanciendo en la Comunión Anglicana diversas Ordenes Religiosas... ¡Bendito sea Dios!
Tarea: Leer y reflexionar: El capítulo 5 del Evangelio de san Mateo.
¿Puede funcionar como una Regla de vida personal...?
Además, investigar acerca de las Ordenes Religiosas en el anglicanismo.
Buscar en la página de FB un video motivacional sobre la vocación... DIME SEÑOR!
Jesús lo miró con cariño, y le contestó: "Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres. Así tendrás riqueza en el cielo. Luego ven y sígueme". (Marcos 10:21)
El llamado a la VIDA CONSAGRADA por medio de la profesión de los votos de OBEDIENCIA, POBREZA Y CASTIDAD, es un llamado que Cristo hace a algunas almas escogidas, para que por medio de la Regla de un Instituto u Orden Religiosa, busquen la perfección espiritual, por medio de la vida en común, de la oración, la contemplación, el estudio y el trabajo. A imagen de la Bendita Virgen María, Sierva del Señor (Lucas 1:38), la vivencia de los votos implica un abandono total, una confianza ciega en la Providencia de Dios.
A los votos también se les llama CONSEJOS EVANGÉLICOS.
El voto de obediencia: supone confiar en que la voluntad de Dios se manifiesta en las personas que tienen autoridad en la Orden o Instituto, significa renunciar a nuestros modos o preferencias en el quehaceres diarios. "Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad". (san Mateo 5:5)
El voto de pobreza: "Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos" (san Mateo 5:3) Este voto es una renuncia voluntaria a la propiedad personal de bienes, todo es puesto en común, todo es de la Comunidad y para el servicio de los pobres; san Pablo lo explica muy bien:
"Porque nada trajimos a este mundo, y nada podremos llevarnos; si tenemos qué comer y con qué vestirnos, ya nos podemos dar por satisfechos. En cambio, los que quieren hacerse ricos caen en la tentación como en una trampa, y se ven asaltados por muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina y la condenación. Porque el amor al dinero es raíz de toda clase de males; y hay quienes, por codicia, se han desviado de la fe y se han causado terribles sufrimientos". (1 Timoteo 6:7-10)
El voto de Castidad: por el cual el religioso o religiosa hacen patente su amor a Dios por sobre todo y todos, como dice el Evangelio de san Marcos 12:30: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento". Los hace libres para amar al que nos amó primero y sus hermanos, sobre todo a los más pobres, los desvalídos, los enfermos, los migrantes... Dice el Señor: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (san Mateo 5:8)
Lógicamente, el voto de castidad implica la vida en celibato, es decir la renuncia al matrimonio.
Las Ordenes religiosas pueden ser de CLAUSURA, es decir, que viven intramuros del convento o monasterio; toda su vida transcurre de ese modo hasta el día de su muerte; por lo general algunos hermanos o hermanas de la Congregación están facultados para poder salir del claustro de tiempo en tiempo, para el abasto de víveres, cumplir algunas diligencias, etc. a veces laicos se encargan de esto para no distraer a los religiosos o religiosas de sus deberes. También pueden ser SECULARES, del latín saeculum que significa SIGLO, y son los frailes o monjas que vemos por la calle, en los mercados, en las parroquias, realizando su carisma o apostolado según cada Orden o Instituto.
La vida religiosa lleva al hermano o hermana a configurarse con Cristo pobre, obediente y virgen:
"Porque ya saben ustedes que nuestro Señor Jesucristo, en su bondad, siendo rico se hizo pobre por causa de ustedes, para que por su pobreza ustedes se hicieran ricos". (2 Corintios 8:9)
"Aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró a su igualdad con él, sino que renunció a lo que era suyo y tomó naturaleza de siervo. Haciéndose como todos los hombres y presentándose como un hombre cualquiera, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz". (Filipenses 2: 5-8)
"Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca..." 1 Pedro 2: 21-22)
Si bien en el anglicanismo durante la reforma del siglo XVI, las Ordenes Religiosas fueron sumprimidas en Inglaterra, y sus casas y conventos fueron saqueados y destruidos, a partir del siglo XIX hay un avivamiento espiritual en la Iglesia de Inglaterra, llamado el Movimiento de Oxford, en el cual se restauró no solo ritos y ceremonias sino la fe católica de siempre. Al amparo de este MOVIMIENTO REFORMADOR, han ido renanciendo en la Comunión Anglicana diversas Ordenes Religiosas... ¡Bendito sea Dios!
Tarea: Leer y reflexionar: El capítulo 5 del Evangelio de san Mateo.
¿Puede funcionar como una Regla de vida personal...?
Además, investigar acerca de las Ordenes Religiosas en el anglicanismo.
Buscar en la página de FB un video motivacional sobre la vocación... DIME SEÑOR!
VOCACIÓN, Parte VII
"Muchos son los llamados y pocos los elegidos" (san Mateo 22:14)
Si bien toda profesión y carrera implica una gran responsabilidad hacia las personas que reciben los servicios de los profesionistas, muchas veces responsabilidades legales; el sacerdocio no está exento de ello, y mayor aún, por que lo que está en juego es la salvación eterna o la condenación eterna de aquellos que reciben los servicios de un buen sacerdote o de un mal sacerdote, de todo hay en la viña del Señor, dice el refrán.
Para que vayamos enfocando acerca de la responsabilidad pastoral del sacerdote, te invito a que leamos y reflexionemos con el siguiente himno, tomado de la liturgia de las horas, correspondiente al día jueves de la segunda semana del tiempo ordinario:
“Señor, tú me llamaste
para ser instrumento de tu gracia,
para anunciar la buena nueva,
para sanar las almas.
Instrumento de paz y de justicia,
pregonero de todas tus palabras,
agua para calmar la sed hiriente,
mano que bendice y que ama.
Señor, tú me llamaste
para curar los corazones heridos,
para gritar, en medio de las plazas,
que el Amor está vivo,
para sacar del sueño a los que duermen
y liberar al cautivo.
Soy cera blanda entre tus dedos,
haz lo que quieras conmigo.
Señor, tú me llamaste
para salvar al mundo ya cansado,
para amar a los hombres
que tú, Padre, me diste como hermanos.
Señor, me quieres para abolir las guerras,
y aliviar la miseria y el pecado;
hacer temblar las piedras
y ahuyentar a los lobos del rebaño.”
Para eso te llama el Señor, para colaborar con él en la salvación del linaje humano como heraldo de su Evangelio y un fiel dispensador de sus santos sacramentos, como lo dice el Ordinal del Libro de Oración Común... ¿Estás dispuesto...?
"Muchos son los llamados y pocos los elegidos" (san Mateo 22:14)
Si bien toda profesión y carrera implica una gran responsabilidad hacia las personas que reciben los servicios de los profesionistas, muchas veces responsabilidades legales; el sacerdocio no está exento de ello, y mayor aún, por que lo que está en juego es la salvación eterna o la condenación eterna de aquellos que reciben los servicios de un buen sacerdote o de un mal sacerdote, de todo hay en la viña del Señor, dice el refrán.
Para que vayamos enfocando acerca de la responsabilidad pastoral del sacerdote, te invito a que leamos y reflexionemos con el siguiente himno, tomado de la liturgia de las horas, correspondiente al día jueves de la segunda semana del tiempo ordinario:
“Señor, tú me llamaste
para ser instrumento de tu gracia,
para anunciar la buena nueva,
para sanar las almas.
Instrumento de paz y de justicia,
pregonero de todas tus palabras,
agua para calmar la sed hiriente,
mano que bendice y que ama.
Señor, tú me llamaste
para curar los corazones heridos,
para gritar, en medio de las plazas,
que el Amor está vivo,
para sacar del sueño a los que duermen
y liberar al cautivo.
Soy cera blanda entre tus dedos,
haz lo que quieras conmigo.
Señor, tú me llamaste
para salvar al mundo ya cansado,
para amar a los hombres
que tú, Padre, me diste como hermanos.
Señor, me quieres para abolir las guerras,
y aliviar la miseria y el pecado;
hacer temblar las piedras
y ahuyentar a los lobos del rebaño.”
Para eso te llama el Señor, para colaborar con él en la salvación del linaje humano como heraldo de su Evangelio y un fiel dispensador de sus santos sacramentos, como lo dice el Ordinal del Libro de Oración Común... ¿Estás dispuesto...?
VOCACIÓN Parte VII
"Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso, y se reunieron con Él. Así instituyó a los Doce (a los que llamó también Apóstoles), para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar..." (san Marcos 3: 13-14)
Al llamado de Jesús a los Apóstoles, debemos también reconocer la disposición de éstos para responder con generosidad a su llamada. Vemos en el Evangelio al hombre rico que quería seguir a Jesús (san Marcos 10: 17-22), pero sus posesiones se lo impidieron, su nombre se perdió en el anonimato, y vaya que era un hombre digno de la llamada del Señor, el jóven rico le preguntó a Jesús que tenía que hacer para conseguir la vida eterna, Jesús le respondió: "ya conoces los mandamientos" y los enumeró: "No mates, no cometas adulterio, no robes..." Apenas acabó de hablar el Señor, el Jóven, sin más, le dice: "Maestro, todo eso lo he practicado desde muy jóven"... Si hubieran sido mentiras Cristo lo hubiera reprendido por mentir, el conoce el corazón de los hombres, pero en lugar de eso, lo miro con amor y le dijo: "Solo te falta una cosa..." "Vete, vende todo lo que tienes y repártelo a los pobres, después sígueme... pero pudieron más sus posesiones y se fue triste...
Hoy Jesús te hace un llamado similar, para que estés con Él y seas su ministro. La llamada, la invitación allí está... te toca responder, ¿Cómo lo harás?: Con la disposición de los Doce o como el hombre rico del Evangelio.
Como dice san Agustín: "Dios que te creo sin tí, no puede salvarte sin tí"
Quizás creas que no estás listo, que te falta preparación, que no eres digno... Si Jesús confía en tí, porque no confiar en Él, confiar en la Providencia y dar ese salto de fe. Lo más triste que le puede pasar al ser humano es llegar a viejo, voltear hacia atrás y decir: "Sí tan solo hubiera confiado..." ó ¿Cómo sería mi vida hoy..." El tiempo es hoy...! DUC IN ALTUM...! (san Lucas 5: 4) REMA MAR ADENTRO...! No te quedes en la orilla, toma el riesgo, la pesca será abundante.
DEO JUVANTE... CON LA AYUDA DE DIOS.
Tarea: Leer el pasaje del hombre rico en los tres Evangelios sinópticos para comparar textos:
san Mateo 19:16-30
san Marcos 10:17-26
san Lucas 18:18-30
Ir a la página de FB y escuchar en oración el tema "Dime Señor", recuerda "El que canta ora dos veces"
"Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso, y se reunieron con Él. Así instituyó a los Doce (a los que llamó también Apóstoles), para que estuvieran con Él y para enviarlos a predicar..." (san Marcos 3: 13-14)
Al llamado de Jesús a los Apóstoles, debemos también reconocer la disposición de éstos para responder con generosidad a su llamada. Vemos en el Evangelio al hombre rico que quería seguir a Jesús (san Marcos 10: 17-22), pero sus posesiones se lo impidieron, su nombre se perdió en el anonimato, y vaya que era un hombre digno de la llamada del Señor, el jóven rico le preguntó a Jesús que tenía que hacer para conseguir la vida eterna, Jesús le respondió: "ya conoces los mandamientos" y los enumeró: "No mates, no cometas adulterio, no robes..." Apenas acabó de hablar el Señor, el Jóven, sin más, le dice: "Maestro, todo eso lo he practicado desde muy jóven"... Si hubieran sido mentiras Cristo lo hubiera reprendido por mentir, el conoce el corazón de los hombres, pero en lugar de eso, lo miro con amor y le dijo: "Solo te falta una cosa..." "Vete, vende todo lo que tienes y repártelo a los pobres, después sígueme... pero pudieron más sus posesiones y se fue triste...
Hoy Jesús te hace un llamado similar, para que estés con Él y seas su ministro. La llamada, la invitación allí está... te toca responder, ¿Cómo lo harás?: Con la disposición de los Doce o como el hombre rico del Evangelio.
Como dice san Agustín: "Dios que te creo sin tí, no puede salvarte sin tí"
Quizás creas que no estás listo, que te falta preparación, que no eres digno... Si Jesús confía en tí, porque no confiar en Él, confiar en la Providencia y dar ese salto de fe. Lo más triste que le puede pasar al ser humano es llegar a viejo, voltear hacia atrás y decir: "Sí tan solo hubiera confiado..." ó ¿Cómo sería mi vida hoy..." El tiempo es hoy...! DUC IN ALTUM...! (san Lucas 5: 4) REMA MAR ADENTRO...! No te quedes en la orilla, toma el riesgo, la pesca será abundante.
DEO JUVANTE... CON LA AYUDA DE DIOS.
Tarea: Leer el pasaje del hombre rico en los tres Evangelios sinópticos para comparar textos:
san Mateo 19:16-30
san Marcos 10:17-26
san Lucas 18:18-30
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VOCACIÓN PARTE VIII
LA BENIDTA VIRGEN MARÍA MODELO A SEGUIR PARA TODA VOCACIÓN O ESTADO DE VIDA...
"He aquí la esclava del Señor..."
Los cristianos tenemos en la bendita Virgen María el ejemplo más firme que imitar, ya sea en nuestros trabajos, familias o estados de vida.
Ella, mujer orante, encontró la voluntad de Dios para ella...
Ella, mujer de fe, supo responder con generosidad al plan de Dios para el mundo...
Ella, mujer servicial, cuando se enteró que su prima Isabel estaba embarazada, no lo pensó dos veces, salió presurosa, lo dice el Evangelio, hacía la región montañosa de Judea, a la casa de Isabel, donde ayudó en los quehaceres.
Ella, mujer solidaria, supo hacer suya la necesidad de aquellos novios en Caná de Galilea, y se puso en acción... de hecho, el milagro de las Bodas de Caná, no solo fue el primer milagro público de Cristo, sino también el mandato de María a los cristianos: "HAGAN LO QUE ÉL LES DIGA" (Juan 2:5)
Ella, mujer humilde, no se creyó más que los demás, ni exigió ser atendida porque iba a ser la madre del Hijo de Dios, al contrario, en su humildad halló su gloria...
Ella, mujer prudente, supo guardar en su corazón todo cuanto el ángel le anunció...
Ella, mujer de esperanza, desde Belén hasta el Gólgota, María mantuvo su esperanza en las promesas de Dios...
Que Dios nos conceda la gracia del Espíritu Santo, con el cual, María fue llena, para que podamos imitar en la tierra los actos de amor de María, para que compartamos con ella la gloria eterna. Así sea.
LA BENIDTA VIRGEN MARÍA MODELO A SEGUIR PARA TODA VOCACIÓN O ESTADO DE VIDA...
"He aquí la esclava del Señor..."
Los cristianos tenemos en la bendita Virgen María el ejemplo más firme que imitar, ya sea en nuestros trabajos, familias o estados de vida.
Ella, mujer orante, encontró la voluntad de Dios para ella...
Ella, mujer de fe, supo responder con generosidad al plan de Dios para el mundo...
Ella, mujer servicial, cuando se enteró que su prima Isabel estaba embarazada, no lo pensó dos veces, salió presurosa, lo dice el Evangelio, hacía la región montañosa de Judea, a la casa de Isabel, donde ayudó en los quehaceres.
Ella, mujer solidaria, supo hacer suya la necesidad de aquellos novios en Caná de Galilea, y se puso en acción... de hecho, el milagro de las Bodas de Caná, no solo fue el primer milagro público de Cristo, sino también el mandato de María a los cristianos: "HAGAN LO QUE ÉL LES DIGA" (Juan 2:5)
Ella, mujer humilde, no se creyó más que los demás, ni exigió ser atendida porque iba a ser la madre del Hijo de Dios, al contrario, en su humildad halló su gloria...
Ella, mujer prudente, supo guardar en su corazón todo cuanto el ángel le anunció...
Ella, mujer de esperanza, desde Belén hasta el Gólgota, María mantuvo su esperanza en las promesas de Dios...
Que Dios nos conceda la gracia del Espíritu Santo, con el cual, María fue llena, para que podamos imitar en la tierra los actos de amor de María, para que compartamos con ella la gloria eterna. Así sea.
VOCACIÓN Parte IX
San José como modelo sacerdotal
"Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (san Mateo 1:21)
Si de la Bendita Virgen María la biblia nos habla poco, lo esencial en su papel en la historia de la salvación, del Bendito san José hay mucho menos. Sin embargo lo que hay nos muestra a un hombre protector, custodio del Verbo encarnado, esposo y padre providente, un hombre de fe y dócil a la voluntad de Dios y valiente para cumplirla, lo que lo convierte en un poderoso testigo del Evangelio, hombre justo y humilde, trabajador y honesto.
Por todo esto san José es modelo a seguir para los sacerdotes, en el Ordinal (1662) el Obispo dice a los Ordenandos: "Y ahora os exhortamos de nuevo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que tengáis presente, a cuan alta dignidad, y a qué importante Oficio y Ministerio sois llamados; pues que seréis mensajeros, centinelas y mayordomos del Señor..." Y también: La Iglesia y la Congregación a las que debéis servir, es Esposa y Cuerpo de Cristo; y si llegare a suceder que esta Iglesia o alguno de sus miembros padeciere daño o detrimento por vuestra negligencia, bien conocéis la magnitud de semejante falta, y también el horrible castigo que os sobrevendrá.."
El Presbítero debe ser un hombre de fe, dócil a la voluntad del Señor y valiente para llevarla a cabo, debe ser protector de la Iglesia, alejando de ella a los lobos que buscan devorar el rebaño, y administrar rectamente los bienes materiales y espirituales de la Iglesia; en otras palabras, cada presbítero debería ser un José, un custodio, un protector de la Esposa de Cristo, un servidor...
Que Dios nos conceda la gracia de imitar en nuestra vida y ministerio las virtudes del santo Patriarca san José... Así sea!
Tarea: Descargar el libro " Estudio sobre la vocación sacerdotal", el enlace lo verán en la página de FB, así mismo, ver el video "Id Amigos" en la misma página. Dios le guarde. Ánimo
San José como modelo sacerdotal
"Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (san Mateo 1:21)
Si de la Bendita Virgen María la biblia nos habla poco, lo esencial en su papel en la historia de la salvación, del Bendito san José hay mucho menos. Sin embargo lo que hay nos muestra a un hombre protector, custodio del Verbo encarnado, esposo y padre providente, un hombre de fe y dócil a la voluntad de Dios y valiente para cumplirla, lo que lo convierte en un poderoso testigo del Evangelio, hombre justo y humilde, trabajador y honesto.
Por todo esto san José es modelo a seguir para los sacerdotes, en el Ordinal (1662) el Obispo dice a los Ordenandos: "Y ahora os exhortamos de nuevo en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que tengáis presente, a cuan alta dignidad, y a qué importante Oficio y Ministerio sois llamados; pues que seréis mensajeros, centinelas y mayordomos del Señor..." Y también: La Iglesia y la Congregación a las que debéis servir, es Esposa y Cuerpo de Cristo; y si llegare a suceder que esta Iglesia o alguno de sus miembros padeciere daño o detrimento por vuestra negligencia, bien conocéis la magnitud de semejante falta, y también el horrible castigo que os sobrevendrá.."
El Presbítero debe ser un hombre de fe, dócil a la voluntad del Señor y valiente para llevarla a cabo, debe ser protector de la Iglesia, alejando de ella a los lobos que buscan devorar el rebaño, y administrar rectamente los bienes materiales y espirituales de la Iglesia; en otras palabras, cada presbítero debería ser un José, un custodio, un protector de la Esposa de Cristo, un servidor...
Que Dios nos conceda la gracia de imitar en nuestra vida y ministerio las virtudes del santo Patriarca san José... Así sea!
Tarea: Descargar el libro " Estudio sobre la vocación sacerdotal", el enlace lo verán en la página de FB, así mismo, ver el video "Id Amigos" en la misma página. Dios le guarde. Ánimo
VOCACIÓN, Parte X
"Os hare pescadores de hombres..." (Mt. 4:19)
Con el tema de san José como un modelo a seguir para el Presbítero, concluimos la primera parte de este proceso vocacional, ahora iniciamos una serie encamindada a mostrarnos el "deber ser" del sacerdocio tal cual, nuestra formación debe ir encaminada al servicio a Dios y a su Iglesia, no de una manera improvisada, sino con un conocimiento de causa.
A partir de hoy iniciamos una serie de estudios encaminados a mostrar ese deber ser sacerdotal. Los lunes y viernes veremos el "KEMPIS DEL SACERDOTE" llamado así por su semejanza en su estructura con LA IMITACIÓN DE CRISTO" de Tomás de Kempis.
El KEMPIS DEL SACERDOTE, es una obra de espiritualidad sacerdotal, salida del corazón de un sacerdote católico durante las persecuciones que la Revolución Francesa infligió a la Iglesia. Durante su exilio, el Padre Claude d'Arvisenet (1755-1831), Vicario de Troyes, Francia, escribió, con la inspiración divina, no lo dudo, su libro MEMORIALE VITAE SACERDOTALIS, llamado propiamente por su traductor el Padre Luciano López-García Jove, como el KEMPIS DEL SACERDOTE.
Sea esta obra como un cincel en las manos de Dios, que vaya labrando en nuestras almas a Cristo Sacerdote, Profeta y Servidor...
Por otro lado, los miércoles iremos meditando el otro librito sobre la vocación, el cual veremos un capítulo por semana, e iremos respondiendo algunas preguntas de ambas obras vía e-mail...
Empezamos con la introducción al Kempis del Sacerdote...
"Os hare pescadores de hombres..." (Mt. 4:19)
Con el tema de san José como un modelo a seguir para el Presbítero, concluimos la primera parte de este proceso vocacional, ahora iniciamos una serie encamindada a mostrarnos el "deber ser" del sacerdocio tal cual, nuestra formación debe ir encaminada al servicio a Dios y a su Iglesia, no de una manera improvisada, sino con un conocimiento de causa.
A partir de hoy iniciamos una serie de estudios encaminados a mostrar ese deber ser sacerdotal. Los lunes y viernes veremos el "KEMPIS DEL SACERDOTE" llamado así por su semejanza en su estructura con LA IMITACIÓN DE CRISTO" de Tomás de Kempis.
El KEMPIS DEL SACERDOTE, es una obra de espiritualidad sacerdotal, salida del corazón de un sacerdote católico durante las persecuciones que la Revolución Francesa infligió a la Iglesia. Durante su exilio, el Padre Claude d'Arvisenet (1755-1831), Vicario de Troyes, Francia, escribió, con la inspiración divina, no lo dudo, su libro MEMORIALE VITAE SACERDOTALIS, llamado propiamente por su traductor el Padre Luciano López-García Jove, como el KEMPIS DEL SACERDOTE.
Sea esta obra como un cincel en las manos de Dios, que vaya labrando en nuestras almas a Cristo Sacerdote, Profeta y Servidor...
Por otro lado, los miércoles iremos meditando el otro librito sobre la vocación, el cual veremos un capítulo por semana, e iremos respondiendo algunas preguntas de ambas obras vía e-mail...
Empezamos con la introducción al Kempis del Sacerdote...
Del Kempis del Sacerdote:
ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR
Un sacerdote francés, el Rvdo. Claudio Arvisenet, hallándose en el exilio, durante la cruelísima Revolución que padeció Francia en el siglo XVIII, escribió éste, por todos conceptos, admirable y provechoso libro, con el título de Memorialae vitae sacerdotalis. revela el autor ser un alma escogida, llena de santo celo, espíritu apostólico y piedad profunda, como puede verse en la delicadas y espirituales páginas que integran el libro. El P. Chaignón, en su notable obra Meditaciones Sacerdotales, hace un cumplido elogio del autor, diciendo que, era un sacerdote según el corazón de Dios.
Cuando la pasada guerra civil, de 1936-39, ensangrentó a España, cayó en nuestras manos dicho libro. Nos hallábamos entonces como desterrados de nuestra diócesis y reducidos a una casi total inacción, por lo que nos entretuvimos en traducirlo a nuestra lengua.
Al considerar luego el gran caudal de celestial doctrina contenido en sus páginas, y el mucho provecho espiritual que pudiera reportar a los sacerdotes, hemos resuelto darlo a la publicidad y ofrecerlo a nuestros hermanos con el título de Kempis del Sacerdote.
Dividimos los capítulos algo largos, hasta formar un centenar, y, final, pusimos el conocido Ejercicio de preparación para la muerte, que se practica en los días de retiro. Todo él forma un pequeño manual, muy a propósito para llevar en el bolsillo y ser utilizado en cualquier momento para lectura espiritual o como libro de meditación, pudiendo ser nuestro compañero perenne en casa, en la iglesia, en los viajes, etc.
De todos los libros de piedad, que conocemos, escritos para sacerdotes, apenas habrá alguno que lo supere o iguale. Por lo profundo de sus pensamientos, por la forma de expresión, por la unción piadosa con que está escrito, puede ser considerado como un nuevo KEMPIS sacerdotal: por eso hemos cambiado su título. En él como en el KEMPIS (La Imitación de Cristo), cada versículo viene a formar un pensamiento completo,de tal naturaleza, casi siempre, que proporciona materia abundante para larga meditación, y constituye, como un tesoro sacerdotal, del que, cada uno puede sacar cosas de gran utilidad y provecho para su espíritu.
El autor nos va presentando a Jesucristo Nuestro Señor, en íntimo y animado coloquio con su sacerdote, y nos lo ofrece, no como riguroso Juez, siempre con la espada de la justicia levantada, ni como austero Señor, ante cuya presencia siente comparecer, sino como a Padre amorosísimo, que habla a sus hijos queridos, a sus amados ministros, con aquel paternal afecto, con que se dirigía siempre a sus discípulos, durante su vida apostólica por tierras de palestina. Y lo hace con total delicadeza de conceptos, tomados casi siempre de la Sagrada Escritura, con frases tan conmovedoras, con pensamientos tan originales, tan profundos y llenos de mística unción, que penetran hasta lo más íntimo del alma, y, no hay nadie, que si atenta y devotamente lo lea y medite, no se sienta inflamado del amor divino y se resuelva a aspirar de continuo a mayor perfección, y a llenarse de ansias de servir con fidelidad y trabajar sin descanso por la gloria del Padre, tan lleno de bondad, tan amante y misericordioso.
Quiera Jesucristo Nuestro Señor, que su lectura y meditación redunde en la mayor gloria de Dios y santificación de sus sacerdotes.
L. López y G. Jove.
ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR
Un sacerdote francés, el Rvdo. Claudio Arvisenet, hallándose en el exilio, durante la cruelísima Revolución que padeció Francia en el siglo XVIII, escribió éste, por todos conceptos, admirable y provechoso libro, con el título de Memorialae vitae sacerdotalis. revela el autor ser un alma escogida, llena de santo celo, espíritu apostólico y piedad profunda, como puede verse en la delicadas y espirituales páginas que integran el libro. El P. Chaignón, en su notable obra Meditaciones Sacerdotales, hace un cumplido elogio del autor, diciendo que, era un sacerdote según el corazón de Dios.
Cuando la pasada guerra civil, de 1936-39, ensangrentó a España, cayó en nuestras manos dicho libro. Nos hallábamos entonces como desterrados de nuestra diócesis y reducidos a una casi total inacción, por lo que nos entretuvimos en traducirlo a nuestra lengua.
Al considerar luego el gran caudal de celestial doctrina contenido en sus páginas, y el mucho provecho espiritual que pudiera reportar a los sacerdotes, hemos resuelto darlo a la publicidad y ofrecerlo a nuestros hermanos con el título de Kempis del Sacerdote.
Dividimos los capítulos algo largos, hasta formar un centenar, y, final, pusimos el conocido Ejercicio de preparación para la muerte, que se practica en los días de retiro. Todo él forma un pequeño manual, muy a propósito para llevar en el bolsillo y ser utilizado en cualquier momento para lectura espiritual o como libro de meditación, pudiendo ser nuestro compañero perenne en casa, en la iglesia, en los viajes, etc.
De todos los libros de piedad, que conocemos, escritos para sacerdotes, apenas habrá alguno que lo supere o iguale. Por lo profundo de sus pensamientos, por la forma de expresión, por la unción piadosa con que está escrito, puede ser considerado como un nuevo KEMPIS sacerdotal: por eso hemos cambiado su título. En él como en el KEMPIS (La Imitación de Cristo), cada versículo viene a formar un pensamiento completo,de tal naturaleza, casi siempre, que proporciona materia abundante para larga meditación, y constituye, como un tesoro sacerdotal, del que, cada uno puede sacar cosas de gran utilidad y provecho para su espíritu.
El autor nos va presentando a Jesucristo Nuestro Señor, en íntimo y animado coloquio con su sacerdote, y nos lo ofrece, no como riguroso Juez, siempre con la espada de la justicia levantada, ni como austero Señor, ante cuya presencia siente comparecer, sino como a Padre amorosísimo, que habla a sus hijos queridos, a sus amados ministros, con aquel paternal afecto, con que se dirigía siempre a sus discípulos, durante su vida apostólica por tierras de palestina. Y lo hace con total delicadeza de conceptos, tomados casi siempre de la Sagrada Escritura, con frases tan conmovedoras, con pensamientos tan originales, tan profundos y llenos de mística unción, que penetran hasta lo más íntimo del alma, y, no hay nadie, que si atenta y devotamente lo lea y medite, no se sienta inflamado del amor divino y se resuelva a aspirar de continuo a mayor perfección, y a llenarse de ansias de servir con fidelidad y trabajar sin descanso por la gloria del Padre, tan lleno de bondad, tan amante y misericordioso.
Quiera Jesucristo Nuestro Señor, que su lectura y meditación redunde en la mayor gloria de Dios y santificación de sus sacerdotes.
L. López y G. Jove.
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo I
DE LA VOCACIÓN AL ESTADO SACERDOTAL
I.- ¡Oh, Señor de la fortaleza, cuán amados me son tus tabernáculos! Mi alma, Dios mío, desea habitar en tus templos.
¡Oh, cuán bueno y agradable es inmolar en tu altar la Hostia santa, y cantar tus alabanzas!
¡Cuán bueno es narrar tus justicias, y predicar la penitencia y la remisión de los pecados!
¡Cuán bueno es enseñar a las gentes y bautizar; expulsar los demonios, visitar los enfermos, enseñar a tus siervos y siervas, perfeccionarlos y santificarlos!
¡Quién me diera, Dios mío, que pudiera sujetar a tu imperio el universo mundo, y hacer que toda la tierra te adorare y alabare para que toda carne bendiga tu Santo Nombre y toda criatura te sirva!
II.- Cierto es, hijo mío; si deseas el sacerdocio, buena cosa deseas; gran dignidad ambicionas; pero escucha antentamente; esta gran dignidad, te expone también a una grande ruina. Ten entendido que por mucho que anhele tu alma tal dignidad, no presumas recibir dicho honor, si no fueres llamado por MÍ como lo fué Aarón.
Ni éste, ni los Apóstoles me eligieron; sino que YO los elegí a ellos y los destiné para que produjeran el fruto que deseaba.
Mías son las ovejas, mío es el redil, YO mismo soy el guardián; a MÍ me corresponde el abrir.
Aquél sólo a quien YO abriere, entra rectamente, sale seguro y encontrará pasto abundante para las ovejas.
El que entrare de otro modo, que el por MÍ señalado, lo consideraré como un ladrón, y se dañará a sí mismo y a mis ovejas.
Si hijo mío, el que quiera venir en pos de MÍ para ser pescador de hombres, sepa que esto no se halla en la potestad del que lo quiere, ni del que corre tras ello, sino que depende de mi arbitrio y elección.
III.- Tiembla, tiembla en mi santuario. Por muy limpio que te encuentres, si te acercaras, sin ser llamado, teme al hacerlo; incurres en el crimen de Uza (2 Sam. 6: 7), y te expones a su misma condenación.
Y en verdad, hijo mío ¿acaso la carga del sacerdocio no es un peso excesivo aún para hombres angélicos?
¿Y cómo podrías soportarlo si YO con mi mano no te ayudara a llevarlo; si YO con gracias especiales no te confortara?
¿No sabes que YO sólo prometo tales auxilios a aquellos que por MÍ son llamados?
No quieras imitar a los que no por MÍ sino por sí mismos se exaltan. YO no los conozco; YO con ellos no edifico; y te aseguro que en vano trabajan en edificar.
YO no mando que echen la red y aunque trabajen por toda la noche de este siglo, nada cogerán.
YO no los protegeré contra sus enemigos; por lo tanto se hallarán débiles y caerán; incurrirán en pecado y perecerán.
IV.- Cuida pues, hijo mío, que hagas cierta tu vocación y elección.
Si de esto no tomaras grandísima cautela, pasarás toda tu vida en crecida ansiedad; no sabiendo si has entrado por la puerta; si has caminado con arreglo a la voluntad de tu Dios.
Si quieres ser ayudado por tu Dios en el arte de las artes; si no quieres ser rechazado por Él, no te acerques al sacerdocio sin ser llamado.
Más si de tu vocación estás seguro, llégate a tan alta dignidad y podrás caminar tranquilo en medio de los peligros, pues aquellos que YO llamo los dirijo, protejo y defiendo. Con alegría y fidelidad desempeñarás tu ministerio, creyendo, que haciéndolo así, harás siempre lo que me es agradable.
V.- En verdad, Dios mío, yo quiero servirte a TÍ en el sacerdocio, pero lejos de mí el querer acercarme a tan alta dignidad sin que TÚ lo dijeres, me invitaras o lo mandaras.
Enséñame, Señor, a hacer tu divina voluntad, porque TÚ eres mi Dios; guíeme tu Santo Espíritu; dame a conocer, Dios mío, que TÚ me has elegido.
VI.- Hijo mío, podrás conocer mi voluntad y discernir tu vocación por los siguientes medios:
Ante todo indaga, pide, clama; es decir, suplica a mi Padre que te dé luz, invócale con ardor y perseverancia para que ilumine tu inteligencia.
Retírate algún tiempo a la soledad, para que allí seriamente recogido y separado de las cosas terrenas, me interrogues devotamente, y oigas con atención mis respuestas.
Y porque YO acostumbro a conducir a los hombres por medio de los hombres, procura tú guiarte por el consejo de un varón sabio y santo. A este varón prudente, para que pueda con seguridad conocer y juzgar los senos de tu conciencia, manifiéstale con sencillez todos tus actos, pasiones, deseos e intenciones.
Ninguna otra cosa debes tener presente ante tu ojos sino mi gloria y tu salvación; esa ha de ser la estrella en que has de tener puestas tus miradas.
Considera atentamente como quiseras haberme servido, si en este momento hubieras de morir.
Observa con atención todos los pensamientos de tu mente, todas las inclinaciones de tu corazón, y mira si son tales cual lo exige el santo y sublime estado sacerdotal.
Cuida principalmente no te engañe Satanás, persuadiéndote con industria, para que ambiciones el presbiterado como una cosa buena, pero movido por el deseo de un torpe lucro, del ocio, o por el apetito de dignidad y grandeza.
Por motivos como estos entran muchos en mi santuario, pero para su perdición.
VII.- Si después de pensarlo maduramente, conocieras que te hallas inmune de tan graves crímenes, que repugnan al estado sacerdotal; ya por conservar una feliz inocencia, o ya por haber realizado una debida penitencia;
Si vieres que por prudentes y santos varones, se te juzga idóneo para el ministerio eclesiástico;
Si conocieres que eres movido en tu interior por una inclinación pura; si reflexionas que no vas arrastrado al sacerdocio por intención alguna viciosa o terrena; Si más bien has sido llamado por tu Prelado para que abrazaras el sacerdocio; o al menos te dijera, al verte vacilante a la puerta del santuario, que entrases confiadamente;
Entonces, hijo mío, puedes tener seguridad en que mi voluntad te ha sido manifestada; entonces, sin más consulta o dilación, sigue tu vocación.
No obstante, llevado de un santo temor, puedes rehusar tan elevada dignidad, pero no lo hagas con pertinencia.
Acércate, ya que eres llamado, acércate confiado, pues YO que te llamé he tenido en cuenta tu miseria y pequeñez.
No desesperes ni desfallezcas; presume no de ti, sino de MÍ, que obraré en tí.
VIII.- Si ya, hijo mío, has sido elevado al santo sacerdocio y, pensando en tu interior, observas que has entrado temerariamente en mi santuario;
O que no tenías la conveniente pureza y santidad; ya porque carecias de las cualidades requeridas; o porque fuiste a él arrastrado por miras temporales y no por el deseo de mi gloria;
¡Oh, hijo mío! Llora, gime; haz frutos dignos de penitencia; lo que falte súplelo; dirige todos tus actos a la gloria de tu Dios, y prosigue tu camino con amor y con temor.
Confía hijo mío; YO que quiero que nadie perezca, haré contigo misericordia.
Capítulo I
DE LA VOCACIÓN AL ESTADO SACERDOTAL
I.- ¡Oh, Señor de la fortaleza, cuán amados me son tus tabernáculos! Mi alma, Dios mío, desea habitar en tus templos.
¡Oh, cuán bueno y agradable es inmolar en tu altar la Hostia santa, y cantar tus alabanzas!
¡Cuán bueno es narrar tus justicias, y predicar la penitencia y la remisión de los pecados!
¡Cuán bueno es enseñar a las gentes y bautizar; expulsar los demonios, visitar los enfermos, enseñar a tus siervos y siervas, perfeccionarlos y santificarlos!
¡Quién me diera, Dios mío, que pudiera sujetar a tu imperio el universo mundo, y hacer que toda la tierra te adorare y alabare para que toda carne bendiga tu Santo Nombre y toda criatura te sirva!
II.- Cierto es, hijo mío; si deseas el sacerdocio, buena cosa deseas; gran dignidad ambicionas; pero escucha antentamente; esta gran dignidad, te expone también a una grande ruina. Ten entendido que por mucho que anhele tu alma tal dignidad, no presumas recibir dicho honor, si no fueres llamado por MÍ como lo fué Aarón.
Ni éste, ni los Apóstoles me eligieron; sino que YO los elegí a ellos y los destiné para que produjeran el fruto que deseaba.
Mías son las ovejas, mío es el redil, YO mismo soy el guardián; a MÍ me corresponde el abrir.
Aquél sólo a quien YO abriere, entra rectamente, sale seguro y encontrará pasto abundante para las ovejas.
El que entrare de otro modo, que el por MÍ señalado, lo consideraré como un ladrón, y se dañará a sí mismo y a mis ovejas.
Si hijo mío, el que quiera venir en pos de MÍ para ser pescador de hombres, sepa que esto no se halla en la potestad del que lo quiere, ni del que corre tras ello, sino que depende de mi arbitrio y elección.
III.- Tiembla, tiembla en mi santuario. Por muy limpio que te encuentres, si te acercaras, sin ser llamado, teme al hacerlo; incurres en el crimen de Uza (2 Sam. 6: 7), y te expones a su misma condenación.
Y en verdad, hijo mío ¿acaso la carga del sacerdocio no es un peso excesivo aún para hombres angélicos?
¿Y cómo podrías soportarlo si YO con mi mano no te ayudara a llevarlo; si YO con gracias especiales no te confortara?
¿No sabes que YO sólo prometo tales auxilios a aquellos que por MÍ son llamados?
No quieras imitar a los que no por MÍ sino por sí mismos se exaltan. YO no los conozco; YO con ellos no edifico; y te aseguro que en vano trabajan en edificar.
YO no mando que echen la red y aunque trabajen por toda la noche de este siglo, nada cogerán.
YO no los protegeré contra sus enemigos; por lo tanto se hallarán débiles y caerán; incurrirán en pecado y perecerán.
IV.- Cuida pues, hijo mío, que hagas cierta tu vocación y elección.
Si de esto no tomaras grandísima cautela, pasarás toda tu vida en crecida ansiedad; no sabiendo si has entrado por la puerta; si has caminado con arreglo a la voluntad de tu Dios.
Si quieres ser ayudado por tu Dios en el arte de las artes; si no quieres ser rechazado por Él, no te acerques al sacerdocio sin ser llamado.
Más si de tu vocación estás seguro, llégate a tan alta dignidad y podrás caminar tranquilo en medio de los peligros, pues aquellos que YO llamo los dirijo, protejo y defiendo. Con alegría y fidelidad desempeñarás tu ministerio, creyendo, que haciéndolo así, harás siempre lo que me es agradable.
V.- En verdad, Dios mío, yo quiero servirte a TÍ en el sacerdocio, pero lejos de mí el querer acercarme a tan alta dignidad sin que TÚ lo dijeres, me invitaras o lo mandaras.
Enséñame, Señor, a hacer tu divina voluntad, porque TÚ eres mi Dios; guíeme tu Santo Espíritu; dame a conocer, Dios mío, que TÚ me has elegido.
VI.- Hijo mío, podrás conocer mi voluntad y discernir tu vocación por los siguientes medios:
Ante todo indaga, pide, clama; es decir, suplica a mi Padre que te dé luz, invócale con ardor y perseverancia para que ilumine tu inteligencia.
Retírate algún tiempo a la soledad, para que allí seriamente recogido y separado de las cosas terrenas, me interrogues devotamente, y oigas con atención mis respuestas.
Y porque YO acostumbro a conducir a los hombres por medio de los hombres, procura tú guiarte por el consejo de un varón sabio y santo. A este varón prudente, para que pueda con seguridad conocer y juzgar los senos de tu conciencia, manifiéstale con sencillez todos tus actos, pasiones, deseos e intenciones.
Ninguna otra cosa debes tener presente ante tu ojos sino mi gloria y tu salvación; esa ha de ser la estrella en que has de tener puestas tus miradas.
Considera atentamente como quiseras haberme servido, si en este momento hubieras de morir.
Observa con atención todos los pensamientos de tu mente, todas las inclinaciones de tu corazón, y mira si son tales cual lo exige el santo y sublime estado sacerdotal.
Cuida principalmente no te engañe Satanás, persuadiéndote con industria, para que ambiciones el presbiterado como una cosa buena, pero movido por el deseo de un torpe lucro, del ocio, o por el apetito de dignidad y grandeza.
Por motivos como estos entran muchos en mi santuario, pero para su perdición.
VII.- Si después de pensarlo maduramente, conocieras que te hallas inmune de tan graves crímenes, que repugnan al estado sacerdotal; ya por conservar una feliz inocencia, o ya por haber realizado una debida penitencia;
Si vieres que por prudentes y santos varones, se te juzga idóneo para el ministerio eclesiástico;
Si conocieres que eres movido en tu interior por una inclinación pura; si reflexionas que no vas arrastrado al sacerdocio por intención alguna viciosa o terrena; Si más bien has sido llamado por tu Prelado para que abrazaras el sacerdocio; o al menos te dijera, al verte vacilante a la puerta del santuario, que entrases confiadamente;
Entonces, hijo mío, puedes tener seguridad en que mi voluntad te ha sido manifestada; entonces, sin más consulta o dilación, sigue tu vocación.
No obstante, llevado de un santo temor, puedes rehusar tan elevada dignidad, pero no lo hagas con pertinencia.
Acércate, ya que eres llamado, acércate confiado, pues YO que te llamé he tenido en cuenta tu miseria y pequeñez.
No desesperes ni desfallezcas; presume no de ti, sino de MÍ, que obraré en tí.
VIII.- Si ya, hijo mío, has sido elevado al santo sacerdocio y, pensando en tu interior, observas que has entrado temerariamente en mi santuario;
O que no tenías la conveniente pureza y santidad; ya porque carecias de las cualidades requeridas; o porque fuiste a él arrastrado por miras temporales y no por el deseo de mi gloria;
¡Oh, hijo mío! Llora, gime; haz frutos dignos de penitencia; lo que falte súplelo; dirige todos tus actos a la gloria de tu Dios, y prosigue tu camino con amor y con temor.
Confía hijo mío; YO que quiero que nadie perezca, haré contigo misericordia.
VOCACIÓN
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo II
DE LA DIGNIDAD DEL ESTADO SACERDOTAL
¿Qué es el hombre? y ¿para qué fin ha sido creado?
I.- Para que tema a Dios, observe sus mandamientos, le adore y le sirva a Él solo.
¿Quién eres tu, hijo mío; y para qué has sido sacerdote? Ciertamente, y no para otra coas, sino para que conduzcas a los hombres por el camino de la salvación, y para que YO sea adorado por ellos, temido y glorificado. ¡Oh gran dignidad! ¡Oh sublime misterio! YO, en el cielo hijo mío, los hombres en la tierra; y tú en medio, entre MÍ y ellos, para que los dirijas en mi Nombre y ellos te obedezcan a tí como si fuese a MÍ.
YO, Dios creador de los hombres, criaturas mías; y tú, puesto sobre ellos, para que trabajes y consigas que ellos me devuelvan a MÍ todo cuanto me deben.
Yo, Padre de la luz; los hombres en tinieblas, y tú, candelabro en medio de ambos, para que luzca ante ellos la Luz verdadera.
YO, dador de los dones celestiales, ellos necesitados, y tú, dispensador, para que cada uno reciba la gracia por medio de ti.
YO, Señor santísimo, ellos pecadores, y tú, mediador, para que por tí, se reconcilien conmigo.
YO, Hijo Unigénito del Padre en la eternidad, los hombres hijos adoptados en el tiempo; tú, padre en la tierra, para que por medio de ti sean adoptados en los cielos.
YO, debiendo ser honrado con sacrificios; los hombres carentes de víctima digna para holocausto; tú, en el medio disponiendo de una víctima santísima; mi Cuerpo y mi Sangre en sacrificio incruento, para que satisfagas la justicia de mi Dios y Padre por las deudas de los hombres.
YO soy fuego ardiente, para inflamar a los hombres en la tierra; y tú, colocado en medio, para que el fuego que YO envíe a la tierra, sea por tí difundido y se inflamen los corazones de los hombres.
YO, soy el Médico por excelencia; los hombres se hallan enfermos; tú, en medio como Ministro Mío, posedor de mis remedios, para que por ti sean curadas las almas.
Yo, en fin, Señor de la grey en los cielos; de la grey en la tierra; tú, pastor de ella para que por ti, aproveche y se multiplique.
II.- No existe, hijo mío, no hay bajo el cielo sublimidad ni potestad que se pueda comparar con la tuya. Ella es de dioses, de hijos del excelso. Ni lo ángeles la poseen.
La dignidad del rey es humana, la del sacerdocio divina. Los reyes al morir pierden la dignidad y el poder; el sacerdote después de muerto permanece sacerdote eternamente.
El rey poderoso vence a sus enemigos; el verdadero sacerdote, vence al mundo.
El rey puede meter el cuerpo en la cárcel o castigarle de otro modo; el sacerdote puede ligar la misma alma.
El rey puede atar o desatar en el tiempo; el sacerdote puede atar o desatar las almas por toda la eternidad.
El rey no tiene poder más que en la tierra; el sacerdote puede llegar hasta el mismo cielo.
El rey posee los tesoros de la tierra; el sacerdote dispone de los del cielo.
Envía el rey presentes a otros reyes; ofrece el sacerdote sacrificios al Rey del cielo. El rey ofrece oro; el sacerdote ofrece a Dios.
La voz del sacerdote penetra el cielo, de allí saca gracias; allí ablanda y aplaza a Dios; de allí dicta la justicia a los hombres.
Su sentencia precede a la sentencia de Dios; aquello que él perdonare o retuviere en la tierra, perdonado o retenido será en el cielo.
¡Oh hijo mío!, conoce tu dignidad; y dándote cuenta de la naturaleza de tu estado y potestad, no quieras volver a gustar tu antigua vileza.
III.- Señor; ¿quén soy yo, para que te acuerdes de mí, y tanto me consideres?
Yo, polvo y ceniza, he sido hecho hombre de Dios, Ministro tuyo; segundo dispensor de tus gracias.
¡Padre amantísimo, cuánto amor te debo por el amor con que me elegiste, me llamaste y me consagraste a TÍ!
¡Cuánto me debo humillar por tanta dignación con que a mí, pobre, me levantaste de polvo para que asistiera al solio de tu gloria; hiciera tus veces, juzgara en tu lugar, atara y desatará!
Yo vil, impuro, ignorante, ciego, pronto siempre al mal, yo, miserable, debo hacer las veces de tu infinita majestad!
¡Vos, oh Dios mío, sois la misma santidad, sabiduria, bondad, gloria e inmensidad! Al verme de ese modo exaltado por TÍ, ¿cómo no he de estar sumamente confuso y conturbado?
Confórtame, Señor, con tu gracia, para que pueda llevar dignamente tan pesada carga.
Dignate, Dios mío, disponer de tal modo el interior de mi ánimo y dirigir mis actos exteriores, para que sea un verdadero imitador de tu santísimo Hijo, y represente verdaderamente ante los fieles a Aquél que me envió, así como TÚ le has enviado a ÉL.
IV.- Hijo mío, serás imitador de Aquél, si fueres verdaderamente vicario de su caridad, trabajando como ÉL mismo, buscando y salvando aquellos que pereciera.
Ven de ese modo, hijo mío, ven, y síguele; ven, y se como ÉL, Pescador de hombres.
Evangeliza a los pobres; haz oír a los sordos la Palabra de Dios; haz a los ciegos ver la luz verdadera; haz a los mudos cantar las alabanzas a Dios; a los cojos correr por la vía de los mandamientos; a los errantes caminar por las vías de la justicia; haz que se dé gloria a Dios y saluz a los hombres: Mi Hijo derramó por ellos su Sangre; tú, ofrécete también por ellos todo entero.
V.- Dilata tu corazón, llama a todos al conocimiento de la verdad y de la salud; impele a todos a entrar en mi casa, para que se llene.
Te debes a los sabios y a los ignorantes; al pobre y al rico; al siervo y al señor; al noble y al plebeyo; atráelos a todos a MÍ, sin distinción alguna.
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo II
DE LA DIGNIDAD DEL ESTADO SACERDOTAL
¿Qué es el hombre? y ¿para qué fin ha sido creado?
I.- Para que tema a Dios, observe sus mandamientos, le adore y le sirva a Él solo.
¿Quién eres tu, hijo mío; y para qué has sido sacerdote? Ciertamente, y no para otra coas, sino para que conduzcas a los hombres por el camino de la salvación, y para que YO sea adorado por ellos, temido y glorificado. ¡Oh gran dignidad! ¡Oh sublime misterio! YO, en el cielo hijo mío, los hombres en la tierra; y tú en medio, entre MÍ y ellos, para que los dirijas en mi Nombre y ellos te obedezcan a tí como si fuese a MÍ.
YO, Dios creador de los hombres, criaturas mías; y tú, puesto sobre ellos, para que trabajes y consigas que ellos me devuelvan a MÍ todo cuanto me deben.
Yo, Padre de la luz; los hombres en tinieblas, y tú, candelabro en medio de ambos, para que luzca ante ellos la Luz verdadera.
YO, dador de los dones celestiales, ellos necesitados, y tú, dispensador, para que cada uno reciba la gracia por medio de ti.
YO, Señor santísimo, ellos pecadores, y tú, mediador, para que por tí, se reconcilien conmigo.
YO, Hijo Unigénito del Padre en la eternidad, los hombres hijos adoptados en el tiempo; tú, padre en la tierra, para que por medio de ti sean adoptados en los cielos.
YO, debiendo ser honrado con sacrificios; los hombres carentes de víctima digna para holocausto; tú, en el medio disponiendo de una víctima santísima; mi Cuerpo y mi Sangre en sacrificio incruento, para que satisfagas la justicia de mi Dios y Padre por las deudas de los hombres.
YO soy fuego ardiente, para inflamar a los hombres en la tierra; y tú, colocado en medio, para que el fuego que YO envíe a la tierra, sea por tí difundido y se inflamen los corazones de los hombres.
YO, soy el Médico por excelencia; los hombres se hallan enfermos; tú, en medio como Ministro Mío, posedor de mis remedios, para que por ti sean curadas las almas.
Yo, en fin, Señor de la grey en los cielos; de la grey en la tierra; tú, pastor de ella para que por ti, aproveche y se multiplique.
II.- No existe, hijo mío, no hay bajo el cielo sublimidad ni potestad que se pueda comparar con la tuya. Ella es de dioses, de hijos del excelso. Ni lo ángeles la poseen.
La dignidad del rey es humana, la del sacerdocio divina. Los reyes al morir pierden la dignidad y el poder; el sacerdote después de muerto permanece sacerdote eternamente.
El rey poderoso vence a sus enemigos; el verdadero sacerdote, vence al mundo.
El rey puede meter el cuerpo en la cárcel o castigarle de otro modo; el sacerdote puede ligar la misma alma.
El rey puede atar o desatar en el tiempo; el sacerdote puede atar o desatar las almas por toda la eternidad.
El rey no tiene poder más que en la tierra; el sacerdote puede llegar hasta el mismo cielo.
El rey posee los tesoros de la tierra; el sacerdote dispone de los del cielo.
Envía el rey presentes a otros reyes; ofrece el sacerdote sacrificios al Rey del cielo. El rey ofrece oro; el sacerdote ofrece a Dios.
La voz del sacerdote penetra el cielo, de allí saca gracias; allí ablanda y aplaza a Dios; de allí dicta la justicia a los hombres.
Su sentencia precede a la sentencia de Dios; aquello que él perdonare o retuviere en la tierra, perdonado o retenido será en el cielo.
¡Oh hijo mío!, conoce tu dignidad; y dándote cuenta de la naturaleza de tu estado y potestad, no quieras volver a gustar tu antigua vileza.
III.- Señor; ¿quén soy yo, para que te acuerdes de mí, y tanto me consideres?
Yo, polvo y ceniza, he sido hecho hombre de Dios, Ministro tuyo; segundo dispensor de tus gracias.
¡Padre amantísimo, cuánto amor te debo por el amor con que me elegiste, me llamaste y me consagraste a TÍ!
¡Cuánto me debo humillar por tanta dignación con que a mí, pobre, me levantaste de polvo para que asistiera al solio de tu gloria; hiciera tus veces, juzgara en tu lugar, atara y desatará!
Yo vil, impuro, ignorante, ciego, pronto siempre al mal, yo, miserable, debo hacer las veces de tu infinita majestad!
¡Vos, oh Dios mío, sois la misma santidad, sabiduria, bondad, gloria e inmensidad! Al verme de ese modo exaltado por TÍ, ¿cómo no he de estar sumamente confuso y conturbado?
Confórtame, Señor, con tu gracia, para que pueda llevar dignamente tan pesada carga.
Dignate, Dios mío, disponer de tal modo el interior de mi ánimo y dirigir mis actos exteriores, para que sea un verdadero imitador de tu santísimo Hijo, y represente verdaderamente ante los fieles a Aquél que me envió, así como TÚ le has enviado a ÉL.
IV.- Hijo mío, serás imitador de Aquél, si fueres verdaderamente vicario de su caridad, trabajando como ÉL mismo, buscando y salvando aquellos que pereciera.
Ven de ese modo, hijo mío, ven, y síguele; ven, y se como ÉL, Pescador de hombres.
Evangeliza a los pobres; haz oír a los sordos la Palabra de Dios; haz a los ciegos ver la luz verdadera; haz a los mudos cantar las alabanzas a Dios; a los cojos correr por la vía de los mandamientos; a los errantes caminar por las vías de la justicia; haz que se dé gloria a Dios y saluz a los hombres: Mi Hijo derramó por ellos su Sangre; tú, ofrécete también por ellos todo entero.
V.- Dilata tu corazón, llama a todos al conocimiento de la verdad y de la salud; impele a todos a entrar en mi casa, para que se llene.
Te debes a los sabios y a los ignorantes; al pobre y al rico; al siervo y al señor; al noble y al plebeyo; atráelos a todos a MÍ, sin distinción alguna.
"Los reyes al morir pierden la dignidad y el poder"
El Lord Chambelán de la Reina Isabel II rompe su vara de cargo como señal del fin de su servicio a la difunta.
El Lord Chambelán de la Reina Isabel II rompe su vara de cargo como señal del fin de su servicio a la difunta.
VOCACIÓN
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo III
DE LA NECESIDAD DE LA PERFECCIÓN EN LOS SACERDOTES
I.- Hijo mío, he aquí que has sido hecho sacerdote; no has aligerado la carga; antes al contrario, sobre ti has echado una carga tan pesada, que hace temblar a los hombres angélicos. Considera que te hallas ya ligado por el vínculo de la ordenación sacerdotal.
Anda en mi presencia y serás perfecto. Sé santo, porque YO también lo soy. Sé perfecto así como tu Padre celestial es también perfecto.
II.- Yerras, si crees que YO sólo espero la perfección de aquéllos que, abandonándolo todo por sus votos religiosos, se consagraron a MÍ, y se separaron absolutamente del mundo. Estos ciertamente, deben ser perfectos, pues como ya no son del mundo, ni entre sus escándalos pueden hallarse, les es más facíl conservarse inmaculados; y así sin necesidad de pelear tan duras batallas y tan violentos combates pueden servirme en santidad y justicia.
Más tú, es necesario que pongas una mayor diligencia en aprovechar. Eres sal de la tierra y luz del mundo y tu debes, como incorrupto, librar a la tierra de la corrupción, y disipar las tinieblas del mundo con la claridad de tu vida. En el mundo estás; te hallas en medio de los peligros; tienes enemigos a la derecha y a la izquierda, y, sin embargo, debes caminar ileso, permanecer justo, y santificarte y justificarte cada día más.
Los religiosos, ciertamente, deben arder; más tú, sacerdote, debes arder, iluminar, encenderlo todo y difundir la luz por todas partes. Los religiosos deben ser sabios para sí; más tú debes serlo para tí y para tus ovejas, el modelo de tu rebaño.
Escucha, hijo mío, te he dicho y te repito: sé perfecto.
III.- Señor, sé que las mismas estrellas no están limpias en tu Presencia; cuanto más el hombre, que es podredumbre y gusanos.
¿Cómo puede ser perfecto de ese modo, tal como corresponde a un ministro tuyo, que diariamente ha de asistir a tu mesa?
¡Oh cuán pura ha de ser la boca, cuán limpio el cuerpo, cuán perfecto debe ser mi corazón, en el cual tan frecuentemente entra el mismo Dios; que es la misma pureza, la misma alteza, la santidad misma!
¿Y cómo no he de temblar, Señor, cuando recuerdo a Aaron, sacerdote de la antigua ley, que debía ser santo y perfecto; y eso que se consagraba sólo al servicio del Arca del antiguo testamento y a los vasos del Tabernáculo, y yo, Dios mío, soy ordenado para TÍ mismo?
Aquél sacerdote sólo tocaba los panes de la Proposición; yo debo no solamente tocar el Pan de los Ángeles, sino también confeccionarlo.
Aquél a débiles y pobres elementos, a sombras y figuras deputado, debía con su tribu estar separado de las demás tribus.
¡Cuánto más yo, destinado a las cosas mismas respresentadas, a la verdad prefigurada, a los mismos Misterios de Dios consagrado, debo distinguirme del común del pueblo por la santidad de las costumbres!
IV.- Así es, hijo mío, YO te elegí del mundo, YO te separé del mundo; he sido hecho parte de tu heredad y de tu cáliz. En el mundo estás; pero ya no te es lícito ser del mundo.
No intentes meterte en negocios y pensamientos seculares; no te dejes envolver y arrastrar por sus vanidades.
Cuida sólo de las cosas queme atañen a MÍ; vela por mi Culto; sólo te incumbe tratar de las cosas celestiales; tu conversación sea de los cielos.
V.- Sin embargo, te dejo en la tierra entre los hombres; más ¿para qué? Escucha, hijo mío, para que a ellos hagas salvos; para que enciendas en ellos el fuego de mi gracia y los traigas contigo a los cielos.
En la tierra estás; pero eres de los cielos, a los cielos perteneces; debes porcurar ser el cielo de las almas; porque así como los cuerpos por el influjo del cielo material se desarrollan y son fecundados, de un modo semejante vivan las almas por ti, y de día en día se perfeccionen.
Crea en las almas un cielo excelso por la caridad; espléndido por la sabiduría.
Un cielo regulado y movido por la obediencia; sereno por la constancia; fecundo por la instrucción.
Un cielo deslumbrante por los buenos ejemplos; purísimo por la santidad.
De ese modo YO, Dios del cielo, seré tu Dios, estaré siempre contigo a donde quiera que vayas; plantarás y regarás; YO daré el incremento.
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo III
DE LA NECESIDAD DE LA PERFECCIÓN EN LOS SACERDOTES
I.- Hijo mío, he aquí que has sido hecho sacerdote; no has aligerado la carga; antes al contrario, sobre ti has echado una carga tan pesada, que hace temblar a los hombres angélicos. Considera que te hallas ya ligado por el vínculo de la ordenación sacerdotal.
Anda en mi presencia y serás perfecto. Sé santo, porque YO también lo soy. Sé perfecto así como tu Padre celestial es también perfecto.
II.- Yerras, si crees que YO sólo espero la perfección de aquéllos que, abandonándolo todo por sus votos religiosos, se consagraron a MÍ, y se separaron absolutamente del mundo. Estos ciertamente, deben ser perfectos, pues como ya no son del mundo, ni entre sus escándalos pueden hallarse, les es más facíl conservarse inmaculados; y así sin necesidad de pelear tan duras batallas y tan violentos combates pueden servirme en santidad y justicia.
Más tú, es necesario que pongas una mayor diligencia en aprovechar. Eres sal de la tierra y luz del mundo y tu debes, como incorrupto, librar a la tierra de la corrupción, y disipar las tinieblas del mundo con la claridad de tu vida. En el mundo estás; te hallas en medio de los peligros; tienes enemigos a la derecha y a la izquierda, y, sin embargo, debes caminar ileso, permanecer justo, y santificarte y justificarte cada día más.
Los religiosos, ciertamente, deben arder; más tú, sacerdote, debes arder, iluminar, encenderlo todo y difundir la luz por todas partes. Los religiosos deben ser sabios para sí; más tú debes serlo para tí y para tus ovejas, el modelo de tu rebaño.
Escucha, hijo mío, te he dicho y te repito: sé perfecto.
III.- Señor, sé que las mismas estrellas no están limpias en tu Presencia; cuanto más el hombre, que es podredumbre y gusanos.
¿Cómo puede ser perfecto de ese modo, tal como corresponde a un ministro tuyo, que diariamente ha de asistir a tu mesa?
¡Oh cuán pura ha de ser la boca, cuán limpio el cuerpo, cuán perfecto debe ser mi corazón, en el cual tan frecuentemente entra el mismo Dios; que es la misma pureza, la misma alteza, la santidad misma!
¿Y cómo no he de temblar, Señor, cuando recuerdo a Aaron, sacerdote de la antigua ley, que debía ser santo y perfecto; y eso que se consagraba sólo al servicio del Arca del antiguo testamento y a los vasos del Tabernáculo, y yo, Dios mío, soy ordenado para TÍ mismo?
Aquél sacerdote sólo tocaba los panes de la Proposición; yo debo no solamente tocar el Pan de los Ángeles, sino también confeccionarlo.
Aquél a débiles y pobres elementos, a sombras y figuras deputado, debía con su tribu estar separado de las demás tribus.
¡Cuánto más yo, destinado a las cosas mismas respresentadas, a la verdad prefigurada, a los mismos Misterios de Dios consagrado, debo distinguirme del común del pueblo por la santidad de las costumbres!
IV.- Así es, hijo mío, YO te elegí del mundo, YO te separé del mundo; he sido hecho parte de tu heredad y de tu cáliz. En el mundo estás; pero ya no te es lícito ser del mundo.
No intentes meterte en negocios y pensamientos seculares; no te dejes envolver y arrastrar por sus vanidades.
Cuida sólo de las cosas queme atañen a MÍ; vela por mi Culto; sólo te incumbe tratar de las cosas celestiales; tu conversación sea de los cielos.
V.- Sin embargo, te dejo en la tierra entre los hombres; más ¿para qué? Escucha, hijo mío, para que a ellos hagas salvos; para que enciendas en ellos el fuego de mi gracia y los traigas contigo a los cielos.
En la tierra estás; pero eres de los cielos, a los cielos perteneces; debes porcurar ser el cielo de las almas; porque así como los cuerpos por el influjo del cielo material se desarrollan y son fecundados, de un modo semejante vivan las almas por ti, y de día en día se perfeccionen.
Crea en las almas un cielo excelso por la caridad; espléndido por la sabiduría.
Un cielo regulado y movido por la obediencia; sereno por la constancia; fecundo por la instrucción.
Un cielo deslumbrante por los buenos ejemplos; purísimo por la santidad.
De ese modo YO, Dios del cielo, seré tu Dios, estaré siempre contigo a donde quiera que vayas; plantarás y regarás; YO daré el incremento.
VOCACIÓN
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo IV
DE LA POSIBILIDAD DE LA PERFECCIÓN EN EL SIGLO
I.- Señor, oí lo que has dicho y temí; escuché tus palabras y quedé atemorizado.
TÚ dijisté, por medio de tu Hijo, sé perfecto, así como tu Padre celestial es perfecto. ¡Oh que altitud! y ¿Cómo yo podré llegar a ella?
Dame, Señor, plumas como la paloma y volaré; pero si no me ayudas, mi alma quedaré humillada y pegado a la tierra mi cuerpo.
¿Cómo, Señor, venceré todas las pasiones que de continuo combaten mi alma?
¿Cómo superaré todas las asechanzas preparadas contra mí?¿Cómo cultivaré todas las virtudes que repugnan a la ley de mis miembros?
Me mandas, Señor, que en medio de la corrupción sea puro; en medio de los honores, humilde; en medio de las riquezas, pobre; en medio de los enemigos, invencible.
Me mandas que viviendo en medio del mundo; no sea del mundo; que habitando en la tierra sea del cielo.
Pero mis propios delitos me abruman; mi impura conciencia me llena de temor.
II.- Hijo mío, no te espantes. Cierto es: el Reino de los cielos padece violencia; y los que se violentan son los que le arrebatan.
Grande es, ciertamente, la carga del sacerdocio, pero la gracia es más poderosa. YO, omnipotente, te he impuesto a ti una carga; YO, omnipotente, te ayudaré para que puedas llevarla.
¿Es acaso esto difícil para MÍ? ¿O juzgas que digo una cosa y no la cumplo? ¿Temes al enemigo? YO SOY el Dios de los ejércitos. ¿Tiemblas ante el peligro? YO libro de él a los que esperan en MÍ.
A Abraham protegí en Caldea, a José en Egipto, a Lot en Sodoma, a Job entre los infieles, a Daniel en Babilonia.
Carlos Borromeo, Francisco de Sales, Vicente, y otros inumerables, que ahora gozan de mi gloria, los ha santificado en medio de los pecadores.
Mira, hijo mío: he querido que todos ellos, en medio de naciones depravadas fueran perfectos; para que tú aprendieses que nadie debe tener desconfianza, cualquiera que sea su vocación.
Levántate, pues, haz cuanto dependa de ti; YO suplicaré, YO dirigiré, YO perfeccionaré.
III.- Heme aquí, Señor, dispuesto a hacer tu voluntad; ansío ser perfecto. Más para esto mucha gracia se requiere. Esta la has prometido a tus amigos; pero yo indigno, que tantas veces he merecido tu ira, ¿cómo podré esperar seguro el don que ofreces a tus amigos? Yo que tantas veces caí en los menores peligros, ¿cómo podré librarme de caer en los grandes?
¡Oh! Señor, mejor y más seguro estaría si, huyendo de los escándalos del mundo, marchare a la soledad para servirte allí en secreto.
IV.- Hijo, ¿que es lo que dices? ¿Acaso se hizo la luz para colocarla bajo el celemín, o bajo techado? ¿No debe ponerse sobre el candelero?
No me elegiste tú a MÍ, sino que te elegí YO a tí y te puse en mi santuario para que des fruto en paciencia; a cuyo fin YO te prometo mi gracia.
Indigno te consideras; has de saber que mi gracia no se da por méritos, de otro modo ya no sería gracia.
¿Me amas? Apacienta mis ovejas. Apacentándolas me manifestarás amor; y lo que me aman, con todas las cosas que realizan cooperan al bien, aún en los mismos peligros y en su luicha con los enemigos.
Apacienta mis ovejas. Apacentando amarás; amando aprovecharás y serás perfecto.
Apacienta mis ovejas. Apacentando imitarás al buen Pastor, mi Hijo Jesús. Aquellos que se hallen conformes con su imagen, son verdaderamente perfectos y predestinados.
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo IV
DE LA POSIBILIDAD DE LA PERFECCIÓN EN EL SIGLO
I.- Señor, oí lo que has dicho y temí; escuché tus palabras y quedé atemorizado.
TÚ dijisté, por medio de tu Hijo, sé perfecto, así como tu Padre celestial es perfecto. ¡Oh que altitud! y ¿Cómo yo podré llegar a ella?
Dame, Señor, plumas como la paloma y volaré; pero si no me ayudas, mi alma quedaré humillada y pegado a la tierra mi cuerpo.
¿Cómo, Señor, venceré todas las pasiones que de continuo combaten mi alma?
¿Cómo superaré todas las asechanzas preparadas contra mí?¿Cómo cultivaré todas las virtudes que repugnan a la ley de mis miembros?
Me mandas, Señor, que en medio de la corrupción sea puro; en medio de los honores, humilde; en medio de las riquezas, pobre; en medio de los enemigos, invencible.
Me mandas que viviendo en medio del mundo; no sea del mundo; que habitando en la tierra sea del cielo.
Pero mis propios delitos me abruman; mi impura conciencia me llena de temor.
II.- Hijo mío, no te espantes. Cierto es: el Reino de los cielos padece violencia; y los que se violentan son los que le arrebatan.
Grande es, ciertamente, la carga del sacerdocio, pero la gracia es más poderosa. YO, omnipotente, te he impuesto a ti una carga; YO, omnipotente, te ayudaré para que puedas llevarla.
¿Es acaso esto difícil para MÍ? ¿O juzgas que digo una cosa y no la cumplo? ¿Temes al enemigo? YO SOY el Dios de los ejércitos. ¿Tiemblas ante el peligro? YO libro de él a los que esperan en MÍ.
A Abraham protegí en Caldea, a José en Egipto, a Lot en Sodoma, a Job entre los infieles, a Daniel en Babilonia.
Carlos Borromeo, Francisco de Sales, Vicente, y otros inumerables, que ahora gozan de mi gloria, los ha santificado en medio de los pecadores.
Mira, hijo mío: he querido que todos ellos, en medio de naciones depravadas fueran perfectos; para que tú aprendieses que nadie debe tener desconfianza, cualquiera que sea su vocación.
Levántate, pues, haz cuanto dependa de ti; YO suplicaré, YO dirigiré, YO perfeccionaré.
III.- Heme aquí, Señor, dispuesto a hacer tu voluntad; ansío ser perfecto. Más para esto mucha gracia se requiere. Esta la has prometido a tus amigos; pero yo indigno, que tantas veces he merecido tu ira, ¿cómo podré esperar seguro el don que ofreces a tus amigos? Yo que tantas veces caí en los menores peligros, ¿cómo podré librarme de caer en los grandes?
¡Oh! Señor, mejor y más seguro estaría si, huyendo de los escándalos del mundo, marchare a la soledad para servirte allí en secreto.
IV.- Hijo, ¿que es lo que dices? ¿Acaso se hizo la luz para colocarla bajo el celemín, o bajo techado? ¿No debe ponerse sobre el candelero?
No me elegiste tú a MÍ, sino que te elegí YO a tí y te puse en mi santuario para que des fruto en paciencia; a cuyo fin YO te prometo mi gracia.
Indigno te consideras; has de saber que mi gracia no se da por méritos, de otro modo ya no sería gracia.
¿Me amas? Apacienta mis ovejas. Apacentándolas me manifestarás amor; y lo que me aman, con todas las cosas que realizan cooperan al bien, aún en los mismos peligros y en su luicha con los enemigos.
Apacienta mis ovejas. Apacentando amarás; amando aprovecharás y serás perfecto.
Apacienta mis ovejas. Apacentando imitarás al buen Pastor, mi Hijo Jesús. Aquellos que se hallen conformes con su imagen, son verdaderamente perfectos y predestinados.
VOCACIÓN
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo V
DE LOS MEDIOS PARA CONSEGUIR LA PERFECCIÓN
I.- Hijo mío, ¿quieres ser perfecto? Abre tu boca y la llenaré; ten hambre y sed de justicia, y serás saturado; pide y te será dado entendimiento; sé varón de deseos y vendrá a ti el espíritu de sabiduría.
Si deseares ardientemente la perfección, este deseo vehemente, excitado en ti con estímulo, te haría caminar de virtud en virtud, hasta llegar a la cumbre del monte Sión, donde gozarías de la unión íntima con tu Dios.
Deséalo pues con vehemencia; prponlo firmemente; y este deseo y propósito renuévalo de día en día, de hora en hora. Así ascenderás en breve, y en breve te inflamarás.
II.- Si quieres ser perfecto, estudia el modo de agradarme a MÍ en todas tus obras. Tus actos sean precedidos siempre de la pura intención de hacer mi voluntad y por amor.
Si procuras siempre obrar con ánimo de agradarme, YO sabré entonces que me amas con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, y con todas tus fuerzas.
Entonces vives y vives perfectamente. Aquel que ama cumple la Ley.
Atiende, hijo mío, cuida no obres para que seas alabado de los hombres y obtengas gloria. Esto no es de varón perfecto, sino terreno, y de los que sólo buscan lo suyo.
Procura no hagas mis obras con negligencia, a fin de no incurrir en mi maldición.
III.- Si quieres ser perfecto, cuida, hijo mío, de tenerme de continuo presente, y considerar que te hallas en todo momento bajo mi mirada.
Recuerda, recuerda siempre, que YO SOY el Dios que todo lo ve y que escruta el corazón y todos tus más recónditos pensamientos.
Ya hables, ya pienses, ya algo desees o hagas, háblalo, piénsalo, proponlo o hazlo en mi Presencia.
De ese modo andarás en mí Presencia en verdad y perfección de corazón, como andaban Abraham, Enoch, Noé, Ezequías.
IV.- Si quieres ser perfecto, procura al obrar en todas las cosas como si aquel acto fuese el último de tu vida, como si en aquel instante hubieses de morir.
¡Oh! sí esto hicieres ¡con cuánto fervor celebrarías la santa Misa! ¡Con cuánto dolor llorarías tus pecados! ¡Con cuánta atención harías tu oración!
¡Hijo mío! No te pido cosas imposibles, para que seas perfecto.
Sacerdote eres; debes orar, examinar tu conciencia, administrar los sacramentos, rezar las horas canónicas, ofrecer el santo Sacrificio. Haz esto con perfección y serás perfecto.
V.- Si quieres ser perfecto piensa con frecuencia a qué viniste y por que has sido hecho sacerdote.
¿No ha sido acaso para agradarme y servirme a MÍ y operar en tu salvación?
Obra siempre movido por éste pensamiento; empieza todas las cosas impelido por ese deseo; echa fuera el temor; vence las pasiones; refrena los desordenados apetitos.
Si obras con ese deseo de perfección, serás perfecto:
Más si vacilas y flaqueas, si aprovechas menos de lo que ansías, no decaiga tu ánimo. Humíllate y llora. Te será útil el que no te encuentres perfecto.
VI.- Si quieres ser perfecto, desciende a lo profundo de tu alma, y allí en mi Presencia, con toda sinceridad escruta tu corazón.
Mira cual es el origen de tus vicios, cual el de tus imperfecciones. Pues ellos tienen siempre alguna raíz, alguna cabeza.
Averigua cual es tu Goliat; mátale y habrás vencido. Pon todo tu cuidado en arrancar de raíz este vicio capital.
Observa, hijo mío, cómo hacen los mercaderes en su deseo de lucro; mira como cada día en día van agregando algo a su tesoro. Haz tú lo mismo con los tesoros que debes amontonar para el cielo; añade algo cada día.
Mira los pintores como perfeccionan diariamente las imágenes que pintan. Así debes tú también disminuir los vicios y aumentar tus virtudes.
Aquellos tesoros atesoran por una corona corruptible, tú por una incorruptible.
VII.- Señor, haz que yo vea con desagrado lo que soy, a fin de que llegue a conseguir aquello que no soy. Dame que las cosas pasadas queden olvidadas, y que me afane por conseguir las que me son tan necesarias, para proseguir sin descanso hasta alcanzar el premio de mi celestial vocación. Pues sé que si dijera basta, perecería.
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo V
DE LOS MEDIOS PARA CONSEGUIR LA PERFECCIÓN
I.- Hijo mío, ¿quieres ser perfecto? Abre tu boca y la llenaré; ten hambre y sed de justicia, y serás saturado; pide y te será dado entendimiento; sé varón de deseos y vendrá a ti el espíritu de sabiduría.
Si deseares ardientemente la perfección, este deseo vehemente, excitado en ti con estímulo, te haría caminar de virtud en virtud, hasta llegar a la cumbre del monte Sión, donde gozarías de la unión íntima con tu Dios.
Deséalo pues con vehemencia; prponlo firmemente; y este deseo y propósito renuévalo de día en día, de hora en hora. Así ascenderás en breve, y en breve te inflamarás.
II.- Si quieres ser perfecto, estudia el modo de agradarme a MÍ en todas tus obras. Tus actos sean precedidos siempre de la pura intención de hacer mi voluntad y por amor.
Si procuras siempre obrar con ánimo de agradarme, YO sabré entonces que me amas con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, y con todas tus fuerzas.
Entonces vives y vives perfectamente. Aquel que ama cumple la Ley.
Atiende, hijo mío, cuida no obres para que seas alabado de los hombres y obtengas gloria. Esto no es de varón perfecto, sino terreno, y de los que sólo buscan lo suyo.
Procura no hagas mis obras con negligencia, a fin de no incurrir en mi maldición.
III.- Si quieres ser perfecto, cuida, hijo mío, de tenerme de continuo presente, y considerar que te hallas en todo momento bajo mi mirada.
Recuerda, recuerda siempre, que YO SOY el Dios que todo lo ve y que escruta el corazón y todos tus más recónditos pensamientos.
Ya hables, ya pienses, ya algo desees o hagas, háblalo, piénsalo, proponlo o hazlo en mi Presencia.
De ese modo andarás en mí Presencia en verdad y perfección de corazón, como andaban Abraham, Enoch, Noé, Ezequías.
IV.- Si quieres ser perfecto, procura al obrar en todas las cosas como si aquel acto fuese el último de tu vida, como si en aquel instante hubieses de morir.
¡Oh! sí esto hicieres ¡con cuánto fervor celebrarías la santa Misa! ¡Con cuánto dolor llorarías tus pecados! ¡Con cuánta atención harías tu oración!
¡Hijo mío! No te pido cosas imposibles, para que seas perfecto.
Sacerdote eres; debes orar, examinar tu conciencia, administrar los sacramentos, rezar las horas canónicas, ofrecer el santo Sacrificio. Haz esto con perfección y serás perfecto.
V.- Si quieres ser perfecto piensa con frecuencia a qué viniste y por que has sido hecho sacerdote.
¿No ha sido acaso para agradarme y servirme a MÍ y operar en tu salvación?
Obra siempre movido por éste pensamiento; empieza todas las cosas impelido por ese deseo; echa fuera el temor; vence las pasiones; refrena los desordenados apetitos.
Si obras con ese deseo de perfección, serás perfecto:
Más si vacilas y flaqueas, si aprovechas menos de lo que ansías, no decaiga tu ánimo. Humíllate y llora. Te será útil el que no te encuentres perfecto.
VI.- Si quieres ser perfecto, desciende a lo profundo de tu alma, y allí en mi Presencia, con toda sinceridad escruta tu corazón.
Mira cual es el origen de tus vicios, cual el de tus imperfecciones. Pues ellos tienen siempre alguna raíz, alguna cabeza.
Averigua cual es tu Goliat; mátale y habrás vencido. Pon todo tu cuidado en arrancar de raíz este vicio capital.
Observa, hijo mío, cómo hacen los mercaderes en su deseo de lucro; mira como cada día en día van agregando algo a su tesoro. Haz tú lo mismo con los tesoros que debes amontonar para el cielo; añade algo cada día.
Mira los pintores como perfeccionan diariamente las imágenes que pintan. Así debes tú también disminuir los vicios y aumentar tus virtudes.
Aquellos tesoros atesoran por una corona corruptible, tú por una incorruptible.
VII.- Señor, haz que yo vea con desagrado lo que soy, a fin de que llegue a conseguir aquello que no soy. Dame que las cosas pasadas queden olvidadas, y que me afane por conseguir las que me son tan necesarias, para proseguir sin descanso hasta alcanzar el premio de mi celestial vocación. Pues sé que si dijera basta, perecería.
VOCACIÓN
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo VI
DE COMO SON MUY POCOS LOS ELEGIDOS
I.- ¡Oh hijo mío! ¡Qué pocos son los sacerdotes que siguen el camino estrecho! ¡Qué pocos los que entran por la puerta angosta! ¡Oh cuán muchos son los que se apartan de mis caminos!
Ven y mira; todos los que caminan fuera de la vía estrecha son soberbios, que inflados por una vana ciencia, desprecian a los demás, y aman el dominar entre el clero.
Desean ser exaltados como los cedros del Líbano; pero después caerán con Lucifer en el infierno.
Tampoco entran por la puerta angosta los ambiciosos, porque se aman a sí mismos y no a MÍ ni a las almas; memdigan beneficios y honores, solicitándolos y acumlándolos, sin preocuparse de su idoneidad y de las cargas y obligaciones que llevan anexas.
Algunos que con gran alegría y sin temor ascendieron a las dignidades, descenderán luego confusos hasta el abismo de tormentos.
Igualmente se hallan fuera del camino los que no me sirven a MÍ sino a las riquezas, y no buscan en el sacerdocio más que un torpe lucro y una vil ganancia.
Todos los que se asemejen a Judas, perecerán como aquel traidor.
II.- Aquellos que no entran por la estrecha puerta, que se mezclan demasiado en negocios seculares, que no son solícitos en la oración, en el estudio, ni en procurar su salvación ni la de los demás, sino que desde la mañana hasta la noche sólo se ocupan en litigios y en atender a negocios y bienes temporales.
La tierra a la cual amaron de todo corazón, en la hora de la muerte la perderán; el cielo que no buscaron, no le hallarán.
Se encuentran fuera del camino aquellos que entregados a conversaciones vanas y juegos, permanecían ociosos todo el día.
Cuando venga el Señor de la viña no les abonará el salario.
No entran por la puerta angosta, aquellos que prometieron castidad y no temen el mancharse con inmundicias o pensamientos, palabras u obras.
Estos llenos de sacrilegios y de impurezas, no serán recibidos en mi reino, donde nada manchado se admite.
III.- No hay duda, hijo mío, que aquellos se hallan fuera del camino, que no siendo del mundo, al mundo aman, del mundo hablan, se glorían en las vanidades del mundo y en los goces del mundo se recrean.
Ciertamente, aquellos que se han alegrado con el mundo, no podrán después reinar con Cristo.
Tampoco entran por la angosta puerta aquellos que viven en la tibieza, que nunca llevan su corazón por el verdadero camino, aunque huyan de caer en graves pecados.
No serán admitidos al eterno convite porque a mi boca provocan vómito.
No serán recibidos aquellos que disipan los bienes de mi patrimonio en suntuosidades, vanidades y delicias, y los que fueron tacaños y poco misericordiosos con mis pobres.
Les diré en mi furor: apartaos de MÍ malditos, al fuego eterno.
IV.- También están fuera del camino, aquellos que puestos para corregir a mi pueblo, dan a mis ovejas ejemplos depravados.
Perecerán los matadores de almas por los cuales ha venido el escándalo.
No entran por la estrecha puerta, aquellos que no guardan las reglas santas, sino que siguen las costumbres corrompidas; no desean ni intentan ser mejores que los laxos.
Ciertamente, no serán coronados sino aquellos que lucharon legítimamente.
Se hallan igualmente fuera del camino, los que no obedecen a los Prelados, y no oyen a la Iglesia que habla por medio de ellos.
Estos a MÍ mismo desprecian y por lo tanto serán condenados en juicio por mi Padre.
No entran por la estrecha puerta aquellos que no instruyen a mi pueblo; que no lo reprenden cuando peca; que oyen las confesiones de mala gana, de prisa y sin atención absuelven a los indignos; ejercen las funciones eclesiásticas sin devoción; celebran la Misa sin preparación y apresuradamente.
Malditos sean aquellos que o no hacen mis obras o las ejecutan con negligencia.
Se hallan también fuera del camino aquellos que tienen mis templos y los paños de mi altar llenos de suciedad, y no son movidos en modo alguno por el celo de mi casa.
A tales, YO no los amo, ni tendrán parte en el reino que mi Padre tiene preparado para los que sirven con solicitud.
V.- ¡Oh hijo mío! ¡Cuántos sacerdotes de nombre! ¡Cuán pocos de obra! Se tiene ya por bueno a aquél que es trangresor.
¡Oh cuántos sacerdotes con vestido exterior! ¡Cuán pocos con perfección interior! ¡Cuán pocos brillando como luces encendidas!
¡Cuán rara la verdadera inocencia! ¡Cuán rara la perfecta penitencia! ¡Cuán rara la pura caridad! ¡Cuán rara la sincera humildad!
¡Cuán rara la infatigable labor! ¡Cuán rara la asidua oración! ¡Cuán rara la verdadera santidad!
Esfuérzate, hijo mío, en entrar por la estrecha puerta. Trabaja con gran solicitud para que por tus buenas obras, hagas cierta tu elección.
VI.- Pocos son los elegidos. Atraviese, hijo mío, tus carnes el temor de esta verdad.
Teme: pues si son pocas las ovejas que se salvan, menos son los que se salvan entre sus pastores, los sacerdotes.
Teme: mira que pasó un sacerdote, pasó un levita, sólo el samaritano fue digno de alabanza.
Teme: por que los primeros serán los últimos y los últimos los primeros.
Teme: porque muchos vendrán de lejos y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, mientras que los hijos del reino serán echados en las tinieblas exteriores.
¡Oh! si esta verdad llegase hasta el fondo de tu corazón, no hay duda que no pecarías, sino que con temor y temblor trabajarías en tu salvación.
-Silencio del autor-
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo VI
DE COMO SON MUY POCOS LOS ELEGIDOS
I.- ¡Oh hijo mío! ¡Qué pocos son los sacerdotes que siguen el camino estrecho! ¡Qué pocos los que entran por la puerta angosta! ¡Oh cuán muchos son los que se apartan de mis caminos!
Ven y mira; todos los que caminan fuera de la vía estrecha son soberbios, que inflados por una vana ciencia, desprecian a los demás, y aman el dominar entre el clero.
Desean ser exaltados como los cedros del Líbano; pero después caerán con Lucifer en el infierno.
Tampoco entran por la puerta angosta los ambiciosos, porque se aman a sí mismos y no a MÍ ni a las almas; memdigan beneficios y honores, solicitándolos y acumlándolos, sin preocuparse de su idoneidad y de las cargas y obligaciones que llevan anexas.
Algunos que con gran alegría y sin temor ascendieron a las dignidades, descenderán luego confusos hasta el abismo de tormentos.
Igualmente se hallan fuera del camino los que no me sirven a MÍ sino a las riquezas, y no buscan en el sacerdocio más que un torpe lucro y una vil ganancia.
Todos los que se asemejen a Judas, perecerán como aquel traidor.
II.- Aquellos que no entran por la estrecha puerta, que se mezclan demasiado en negocios seculares, que no son solícitos en la oración, en el estudio, ni en procurar su salvación ni la de los demás, sino que desde la mañana hasta la noche sólo se ocupan en litigios y en atender a negocios y bienes temporales.
La tierra a la cual amaron de todo corazón, en la hora de la muerte la perderán; el cielo que no buscaron, no le hallarán.
Se encuentran fuera del camino aquellos que entregados a conversaciones vanas y juegos, permanecían ociosos todo el día.
Cuando venga el Señor de la viña no les abonará el salario.
No entran por la puerta angosta, aquellos que prometieron castidad y no temen el mancharse con inmundicias o pensamientos, palabras u obras.
Estos llenos de sacrilegios y de impurezas, no serán recibidos en mi reino, donde nada manchado se admite.
III.- No hay duda, hijo mío, que aquellos se hallan fuera del camino, que no siendo del mundo, al mundo aman, del mundo hablan, se glorían en las vanidades del mundo y en los goces del mundo se recrean.
Ciertamente, aquellos que se han alegrado con el mundo, no podrán después reinar con Cristo.
Tampoco entran por la angosta puerta aquellos que viven en la tibieza, que nunca llevan su corazón por el verdadero camino, aunque huyan de caer en graves pecados.
No serán admitidos al eterno convite porque a mi boca provocan vómito.
No serán recibidos aquellos que disipan los bienes de mi patrimonio en suntuosidades, vanidades y delicias, y los que fueron tacaños y poco misericordiosos con mis pobres.
Les diré en mi furor: apartaos de MÍ malditos, al fuego eterno.
IV.- También están fuera del camino, aquellos que puestos para corregir a mi pueblo, dan a mis ovejas ejemplos depravados.
Perecerán los matadores de almas por los cuales ha venido el escándalo.
No entran por la estrecha puerta, aquellos que no guardan las reglas santas, sino que siguen las costumbres corrompidas; no desean ni intentan ser mejores que los laxos.
Ciertamente, no serán coronados sino aquellos que lucharon legítimamente.
Se hallan igualmente fuera del camino, los que no obedecen a los Prelados, y no oyen a la Iglesia que habla por medio de ellos.
Estos a MÍ mismo desprecian y por lo tanto serán condenados en juicio por mi Padre.
No entran por la estrecha puerta aquellos que no instruyen a mi pueblo; que no lo reprenden cuando peca; que oyen las confesiones de mala gana, de prisa y sin atención absuelven a los indignos; ejercen las funciones eclesiásticas sin devoción; celebran la Misa sin preparación y apresuradamente.
Malditos sean aquellos que o no hacen mis obras o las ejecutan con negligencia.
Se hallan también fuera del camino aquellos que tienen mis templos y los paños de mi altar llenos de suciedad, y no son movidos en modo alguno por el celo de mi casa.
A tales, YO no los amo, ni tendrán parte en el reino que mi Padre tiene preparado para los que sirven con solicitud.
V.- ¡Oh hijo mío! ¡Cuántos sacerdotes de nombre! ¡Cuán pocos de obra! Se tiene ya por bueno a aquél que es trangresor.
¡Oh cuántos sacerdotes con vestido exterior! ¡Cuán pocos con perfección interior! ¡Cuán pocos brillando como luces encendidas!
¡Cuán rara la verdadera inocencia! ¡Cuán rara la perfecta penitencia! ¡Cuán rara la pura caridad! ¡Cuán rara la sincera humildad!
¡Cuán rara la infatigable labor! ¡Cuán rara la asidua oración! ¡Cuán rara la verdadera santidad!
Esfuérzate, hijo mío, en entrar por la estrecha puerta. Trabaja con gran solicitud para que por tus buenas obras, hagas cierta tu elección.
VI.- Pocos son los elegidos. Atraviese, hijo mío, tus carnes el temor de esta verdad.
Teme: pues si son pocas las ovejas que se salvan, menos son los que se salvan entre sus pastores, los sacerdotes.
Teme: mira que pasó un sacerdote, pasó un levita, sólo el samaritano fue digno de alabanza.
Teme: por que los primeros serán los últimos y los últimos los primeros.
Teme: porque muchos vendrán de lejos y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, mientras que los hijos del reino serán echados en las tinieblas exteriores.
¡Oh! si esta verdad llegase hasta el fondo de tu corazón, no hay duda que no pecarías, sino que con temor y temblor trabajarías en tu salvación.
-Silencio del autor-
VOCACIÓN
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo VII
DE LA GRAVEDAD DE LOS PECADOS EN EL SACERDOTE
I.- Hijo mío, ¿Cuál es el pecado grande sobre toda ponderación delante de MÍ? Ciertamente no es otro que el pecado de mis sacerdotes
Por este motivo se llena la medida de mi indignación; por esta causa YO enciendo el fuego en Sión.
II.- ¡Oh Señor! Me atreveré a hablarte, yo que soy polvo y ceniza.
Yo sé, Señor, que no tienes acepción de personas. Sé que todos no son más que uno en Cristo Jesús. ¿Cómo pues te enojas más con el sacerdote pecador?
¿Por qué lo tratas con más dureza?
III.- Hijo mío, es cierto que no hay para MÍ acepción de personas; ni el rico es más que el pobre, ni el príncipe más que el vasallo, ni el sabio más que el ignorante delante de mis ojos.
Justo soy, sé apreciar el peso de la iniquidad; sé juzgar y castigar.
Justo es que me enoje más con el pecado del sacerdote, porque es mayor su iniquidad.
IV.- Oye, hijo mío, cuál es la maldad del sacerdote. Si YO soy el Señor ¿dónde está el temor de mi Nombre? ¡Ay de ustedes, oh sacerdotes, Porque desprecian mi Santo Nombre!
Si mi enemigo me ofendiese, le soportaría, y si aquél que me odia hablase mal contra MÍ, me sorprendería menos.
Pero que el hombre singularmente escogido, al cual todo lo encomendé, las ovejas redimidas con mi Sangre, mi gloria y a MÍ mismo.
El delegado mío, que en MÍ Nombre regía la grey, el prepósito de mi familia, mi legado ante el pueblo.
La persona de mi mayor confianza, el amigo familiar, al cual enseñé todo lo que oí de mi Padre.
El que comía conmigo agradables alimentos, se sentaba diariamente a mi mesa, era príncipe y dispensador de mis Misterios, vivíamos juntos en mi casa en la mayor armonía.
¡A quien YO había colmado de mis beneficios, se regocija en suplantarme a MÍ! ¡Alimente y exalté a un hijo, él sin embargo me desprecia, y YO no he de enojarme! ¡YO, el Señor!
Grave falta es si uno de la plebe despreciase los mandatos de un buen rey, se rebelase insolente contra él y se levantase en armas.
Pero más grave sería si hiciese ésto un ministro del mismo rey; sí lo hiciese la persona de confianza y administrador de sus negocios.
Escucha, hijo mío, estas palabras: cuando el sacerdote desprecia mis mandamientos, rehusa obedecer, y rebelándose con audacia dice entonces: no te serviré.
V.- Grande pecado es el que un hijo abandone a un buen padre, marche a una región lejana y viva allí lujuriosamente.
Mayor pecado es si una esposa abandona a su legítimo esposo y se une con otro hombre.
El alma del sacerdote se ha desposado conmigo en la ordenación por medio de un voto; ella perpetrando el pecado, se separa de MÍ, entregandose al mundo, a la carne, al demonio, mis funestos enemigos.
¡Oh infiel! ¡Oh esposa adúltera que pospone el divino esposo al demonio! ¿Oh que iniquidad tan grande se comete contra MÍ!
VI.- Grande crimen fué el de los judíos, cuando pedían mi muerte y ponían en MÍ sus manos con violencia.
Grande fué, ciertamente, el crimen de Judas, que siendo Apóstol mío, me vende y traiciona.
Sabes cuanta es la iniquidad de los cristianos, cuando por el pecado me vuelven a crucificar, y lo hacen con ostentación.
Comprende, pues, cuanta es la maldad del sacerdote, que por el pecado, pone en MÍ sus violentas manos. Oh iniquidad grande en extremo contra MÍ.
VII.- En verdad, en verdad, a ti te digo: mucho soporto a los impíos y pecadores; sin embargo ninguna ofensa recibo mayor que la que padezco de parte de los sacerdotes pecadores.
No te maravilles, pues, si contra ellos se enciende más la ira de mi justicia; si clamo con furor:" Que la muerte les sorprenda; que desciendan vivos a la tumba; pues la maldad anida entre ellos". Salmo 55: 16.
Sufro a los enemigos que me maldicen; a los amigos que traicionan no los soporto.
VIII.- Tiemblen los sacerdotes inicuos, porque a ellos juzgaré con un rigor inexorable, superior a los demás.
Porque han realizado en el lugar santo acciones inicuas; no verán mi gloria, sino que padecerán atroces tormentos.
Recuerda a Nadab y Abin. Eran ministros míos, pero habiendo usado el fuego indebido, fueron consumidos por el fuego de mi ira.
Recuerda al levita Uza. Tocó con irreverencia mi Arca, y pereció al instante.
Acuérdate de los hijos de Elí. Los vi prevaricar y perecieron.
¡Oh hijo mío! Teme mis juicios, llénate de terror ante mi ira. Vigila, huye del pecado.
IX.- Abre, Señor, abre en mi corazón un gran horror al pecado, infunde en él más y más odio a la iniquidad. Aflige con tu temor mis carnes, para que no pequen contra TI
Pero considera, Señor, mi debilidad y mi inclinación al mal. Es cierto que soy sacerdote, mas hombre también y concebido en pecado. Ayúdame con arreglo a tu voluntad.
Mira, Señor, el furor de Satanás, mi enemigo. He aquí que ruge de continuo como un león, buscando a quien devorar. Ayúdame y librame de tan cruel enemigo.
Dios mío en TI me refugio; si TÚ no me defiendes, en vano vigilaré; en vano intentaré guardarme.
En TI confío; protégeme; defiéndeme y no pereceré a pesar mi debilidad.
Del Kempis del Sacerdote
Capítulo VII
DE LA GRAVEDAD DE LOS PECADOS EN EL SACERDOTE
I.- Hijo mío, ¿Cuál es el pecado grande sobre toda ponderación delante de MÍ? Ciertamente no es otro que el pecado de mis sacerdotes
Por este motivo se llena la medida de mi indignación; por esta causa YO enciendo el fuego en Sión.
II.- ¡Oh Señor! Me atreveré a hablarte, yo que soy polvo y ceniza.
Yo sé, Señor, que no tienes acepción de personas. Sé que todos no son más que uno en Cristo Jesús. ¿Cómo pues te enojas más con el sacerdote pecador?
¿Por qué lo tratas con más dureza?
III.- Hijo mío, es cierto que no hay para MÍ acepción de personas; ni el rico es más que el pobre, ni el príncipe más que el vasallo, ni el sabio más que el ignorante delante de mis ojos.
Justo soy, sé apreciar el peso de la iniquidad; sé juzgar y castigar.
Justo es que me enoje más con el pecado del sacerdote, porque es mayor su iniquidad.
IV.- Oye, hijo mío, cuál es la maldad del sacerdote. Si YO soy el Señor ¿dónde está el temor de mi Nombre? ¡Ay de ustedes, oh sacerdotes, Porque desprecian mi Santo Nombre!
Si mi enemigo me ofendiese, le soportaría, y si aquél que me odia hablase mal contra MÍ, me sorprendería menos.
Pero que el hombre singularmente escogido, al cual todo lo encomendé, las ovejas redimidas con mi Sangre, mi gloria y a MÍ mismo.
El delegado mío, que en MÍ Nombre regía la grey, el prepósito de mi familia, mi legado ante el pueblo.
La persona de mi mayor confianza, el amigo familiar, al cual enseñé todo lo que oí de mi Padre.
El que comía conmigo agradables alimentos, se sentaba diariamente a mi mesa, era príncipe y dispensador de mis Misterios, vivíamos juntos en mi casa en la mayor armonía.
¡A quien YO había colmado de mis beneficios, se regocija en suplantarme a MÍ! ¡Alimente y exalté a un hijo, él sin embargo me desprecia, y YO no he de enojarme! ¡YO, el Señor!
Grave falta es si uno de la plebe despreciase los mandatos de un buen rey, se rebelase insolente contra él y se levantase en armas.
Pero más grave sería si hiciese ésto un ministro del mismo rey; sí lo hiciese la persona de confianza y administrador de sus negocios.
Escucha, hijo mío, estas palabras: cuando el sacerdote desprecia mis mandamientos, rehusa obedecer, y rebelándose con audacia dice entonces: no te serviré.
V.- Grande pecado es el que un hijo abandone a un buen padre, marche a una región lejana y viva allí lujuriosamente.
Mayor pecado es si una esposa abandona a su legítimo esposo y se une con otro hombre.
El alma del sacerdote se ha desposado conmigo en la ordenación por medio de un voto; ella perpetrando el pecado, se separa de MÍ, entregandose al mundo, a la carne, al demonio, mis funestos enemigos.
¡Oh infiel! ¡Oh esposa adúltera que pospone el divino esposo al demonio! ¿Oh que iniquidad tan grande se comete contra MÍ!
VI.- Grande crimen fué el de los judíos, cuando pedían mi muerte y ponían en MÍ sus manos con violencia.
Grande fué, ciertamente, el crimen de Judas, que siendo Apóstol mío, me vende y traiciona.
Sabes cuanta es la iniquidad de los cristianos, cuando por el pecado me vuelven a crucificar, y lo hacen con ostentación.
Comprende, pues, cuanta es la maldad del sacerdote, que por el pecado, pone en MÍ sus violentas manos. Oh iniquidad grande en extremo contra MÍ.
VII.- En verdad, en verdad, a ti te digo: mucho soporto a los impíos y pecadores; sin embargo ninguna ofensa recibo mayor que la que padezco de parte de los sacerdotes pecadores.
No te maravilles, pues, si contra ellos se enciende más la ira de mi justicia; si clamo con furor:" Que la muerte les sorprenda; que desciendan vivos a la tumba; pues la maldad anida entre ellos". Salmo 55: 16.
Sufro a los enemigos que me maldicen; a los amigos que traicionan no los soporto.
VIII.- Tiemblen los sacerdotes inicuos, porque a ellos juzgaré con un rigor inexorable, superior a los demás.
Porque han realizado en el lugar santo acciones inicuas; no verán mi gloria, sino que padecerán atroces tormentos.
Recuerda a Nadab y Abin. Eran ministros míos, pero habiendo usado el fuego indebido, fueron consumidos por el fuego de mi ira.
Recuerda al levita Uza. Tocó con irreverencia mi Arca, y pereció al instante.
Acuérdate de los hijos de Elí. Los vi prevaricar y perecieron.
¡Oh hijo mío! Teme mis juicios, llénate de terror ante mi ira. Vigila, huye del pecado.
IX.- Abre, Señor, abre en mi corazón un gran horror al pecado, infunde en él más y más odio a la iniquidad. Aflige con tu temor mis carnes, para que no pequen contra TI
Pero considera, Señor, mi debilidad y mi inclinación al mal. Es cierto que soy sacerdote, mas hombre también y concebido en pecado. Ayúdame con arreglo a tu voluntad.
Mira, Señor, el furor de Satanás, mi enemigo. He aquí que ruge de continuo como un león, buscando a quien devorar. Ayúdame y librame de tan cruel enemigo.
Dios mío en TI me refugio; si TÚ no me defiendes, en vano vigilaré; en vano intentaré guardarme.
En TI confío; protégeme; defiéndeme y no pereceré a pesar mi debilidad.