Liturgia
"Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi Nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi Nombre incienso y una ofrenda limpia, porque es grande mi Nombre entre las naciones, dice Yahvé de los ejércitos." Malaquías 1: 11
La Santa Eucaristía
El Orden Para La Proclamación De La Palabra De Dios y
Celebración De La Santa Comunión:
"El que come mi Carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna; y YO lo resucitaré en el último día. Porque mi Carne es verdadera comida, y mi Sangre es verdadera bebida". Jn. 6: 54-55
"Cada vez que comemos de este Pan y bebemos de este cáliz,
anunciamos, Señor, tu muerte y resurrección, hasta que vuelvas"
Unos 586 años antes de la venida en la carne de nuestro Señor, el profeta Jeremías, movido por el Espíritu Santo, profetizó que Dios daría un Nuevo Pacto o Alianza a través de la Casa de Judá: "He aquí que vienen días, dice el Señor, en los cuales haré Nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá". (Jeremías 31:31). Esta profecía se cumplió al pie de la letra cuando nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de la tribu de Judá y descendiente del rey David, instituyó la noche antes de su Pasión el Sacrificio Perpetuo -la Eucaristía-:"Y tomando el pan, dio gracias, lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi Cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí". De igual manera, después de haber cenado, tomó la copa, diciendo: "Esta copa es el NUEVO PACTO en mi Sangre, que por vosotros se derrama". (Lucas 22: 19-20 R.V.)
La Carta a los Hebreos, al respecto dice que "Cristo ha obtenido un ministerio tanto mejor, cuanto es mediador de un mejor Pacto, establecido sobre mejores promesas". "Porque si aquel primero (el del Sinaí) hubiera sido sin defecto, no se hubiera procurado lugar para el segundo". (Hebreos 8: 6-7); y en el versículo 13 nos dice: "Al decir: Nuevo Pacto, ha dado por anticuado al primero; y lo que se da por anticuado y se envejece, está próximo a desaparecer". Todo el Antiguo Testamento es una prefiguración acerca de Jesucristo, el Mesías esperado. El Sacramento del Cuerpo y Sangre de Cristo, es la materialización de la Alianza nueva y eterna, el Sacrificio Perpetuo (Daniel 12: 11).
De los 39 Artículos de la Religión:
XXXI.- De la única oblación de Cristo en la cruz
La Oblación de Cristo sobre el Ara de la Cruz, hecha una sola vez y para siempre, es la perfecta redención, propiciación y satisfacción por todos los pecados del mundo entero, tanto del original como los actuales, y ninguna otra satisfacción hay por el pecado sino ésta. El Sacrificio de Cristo en el Calvario y el Sacrificio de la Eucaristía es uno y el mismo, no otro: Es la renovación incruenta por ministerio de los sacerdotes de aquel Sacrificio cruento en el Gólgota; como dice la Palabra de Dios: su misericordia se renueva cada mañana.
XXVIII.- De la Cena del Señor
La Cena del Señor no es sólo un signo del mutuo amor que los cristianos deben tener entre sí, sino más bien, es el Memorial (anámnesis) de nuestra redención por la muerte y resurrección de Cristo; de modo que para los que debida y dignamente y con fe lo reciben, el Pan que partimos es una participación del Cuerpo de Cristo y, del mismo modo, la copa de bendición es una participación de la Sangre de Cristo.
La Presencia Real de Cristo en la Sagrada Eucaristía, sucede de un modo místico y celestial que no entendemos y mucho menos nos atrevemos a definir, pero por la fe, sabemos que es verdad; Es Misterio de fe, como lo enseña Santo Tomás de Aquino: “La Presencia del verdadero Cuerpo de Cristo y de la verdadera Sangre de Cristo en este Sacramento, no se conoce por los sentidos, sino sólo por la fe, la cual se apoya en la autoridad de Dios” (S. Theo. 3, 75, 1).
Esta PRESENCIA VERDADERA, REAL, SUBSTANCIAL Y OBJETIVA de Cristo en la Sagrada Comunión, no se parte, no se divide, sino que Él está todo entero presente, con su Cuerpo, Sangre, Alma, y Divinidad, en cada una de las Especies Consagradas por el Obispo o el Presbítero delegado por él. "No es el hombre quien hace que las cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El Sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios: Esto es mi Cuerpo, esta es mi Sangre, dice; estas palabras con el poder del Espíritu Santo (epíclesis) transforman los dones ofrecidos, el pan y el vino"; como nos lo enseña San Juan Crisóstomo.
Si bien, en un principio el Sacramento de la Cena del Señor sólo se reservaba con el fin de llevarlo a los ausentes en la Celebración principal, pronto la Iglesia, se dio cuenta que debía honrar la Presencia de Cristo en la Eucaristía, lo que dio lugar al Culto Eucarístico; máxima expresión de amor de la esposa hacia su esposo, que tanto la amó y se entregó por ella.
El verdadero Culto a la Eucaristía es ajeno a supersticiones y abusos.
La Eucaristía o Cena del Señor es prenda de vida eterna; y para recibirla debemos examinar nuestras vidas, arrepentirnos, confesar nuestros pecados y vivir en caridad fraterna.
Otros nombres con los que se conoce a la Cena del Señor, son:
La Santa Misa, la Fracción del Pan, la Santa Eucaristía, la Divina Liturgia, la Santa Comunión, Banquete del Señor, Asamblea Eucarística, el Memorial de la pasión y resurrección del Señor, Santo Sacrificio, el Sacrificio de alabanza y acción de gracias, el Sacrificio Puro y santo, el Sacrificio espiritual, el Sacrificio incruento.